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Actualizado: 3 de mayo de 2025
El arte es la apoteosis de la inutilidad vertió sentenciosamente Moreno al oído de don Pantaleón, ya que se hubo calmado el entusiasmo. Cuando los objetos útiles dejan de serlo, pasan a la categoría de artísticos. Un ánfora antes servía para contener agua o vino. Hoy es objeto decorativo sobre las chimeneas o sobre columnas.
Y la idea calculada de impedir que su amiga recurriera a la amistad de Zoraida, al fin la hizo ceder. Por otra parte, quería seguir vigilándola. Pensaba que tarde o temprano aquel entusiasmo por Julio acabaría y sería llegado entonces el caso de devolverla al amor de Muñoz. Sin embargo, su enojo no se había calmado. ¿Y por qué no te visita en tu casa? ¡Puesto que Muñoz también te visitaba!
Y estuvo repitiendo la misma frase algún tiempo con acento irritado. Cuando se hubo calmado un poco, el sacerdote volvió a decirle: Hija mía, debieras tomar ejemplo de tu hermana, que sintiendo su desgracia tanto como tú, está dando pruebas de resignación y fortaleza cristianas.
La aparición de Martholl la distrajo de estas reflexiones. Estaba de muy mal humor porque al ayudar a Alicia de Blandieres a subir a la balsa, desde donde quería tirarse, se había roto una uña. Su preocupación por este incidente le impedía desplegar su amabilidad habitual y su excitación no se había calmado aún, cuando la señora Aubry hizo señas a su hija para que saliera del agua.
A pesar de su figura elegante y siempre esbelta, quedaban borrados, radicalmente borrados por ese buen muchacho vivo y alegre a quien yo adoraba mentalmente como un tesoro de cualidades. Mientras tanto, aunque la tormenta hubiese calmado, no cesaba la lluvia, y como se acercaba la hora de comer, mi tía invitó a Pablo de Couprat a compartir nuestra mesa.
Este último pensamiento ha calmado considerablemente mis escrúpulos, pues no tengo ningún motivo para creer que Elena decidirá nunca en mi favor, sino todo lo contrario.
Veo que hay sobrado motivo para justificar su deserción. Lamento que no se quede usted hasta el fin de la estación. Los últimos días son, a mi juicio, los más agradables. Cuando el movimiento social se ha calmado, vuelvo a encontrar al Etretat de antes, el de la época lejana en que yo venía aquí siendo joven. ¡Qué diferencia!
Cuando ésta se hubo calmado llegaron á renovarla unos cuantos mozos de la Pola que entraron en la esfoyaza con más ganas de retozar y divertirse que de enristrar espigas. Los de Entralgo les siguieron el humor y por espacio de media hora aquel recinto fué una Babel.
Me curaba muy poco de que pudiera llevar en la cara las huellas de la tempestad que aún no se había calmado dentro de mí; me era indiferente que mi casi encierro con aquél hubiera o no chocado a los demás tertulianos..., ¡pues podían venírseme con melindres de beata los que me estaban enseñando a pactar con el demonio para venderle la conciencia!
Y de repente, el que ella creía separado de Mauricio por sentimientos que necesariamente debían irse agravando, se presentaba calmado, sereno, con palabras de conciliación en los labios y prendas de paz en las manos.
Palabra del Dia
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