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Actualizado: 11 de mayo de 2025


La noche estaba fresca, como todas las de otoño en aquel país; el cielo despejado y cubierto de estrellas; la luna aún no había salido. Al poner el pie fuera de casa, el sosiego del campo le refrescó como un baño y calmó su febril impaciencia. Bajó lentamente la calzada de la rectoral, atravesó el pueblo dormido y entró en la oscura cañada.

Pues me cuelo en él aunque me quede tieso. La bañera te haría salir á palos. Eso me conviene para entrar en calor más pronto. ¡Qué sin vergüenza! ¡Noticia fresca! Acabo de decírtelo. Velázquez al volverse y observar la maniobra de Antonio, sintió un movimiento de cólera. Pero se calmó pronto al ver la silla cercana á Soledad desocupada. Por impulso repentino se sentó atrevidamente en ella.

Voy a consultar con mis superiores respondió el inspector, retirándose entre vociferaciones y risotadas. Apenas le vieron desaparecer, se calmó la efervescencia un tanto. «Va a consultar» se decían las unas a las otras... «¿nos pagarán?». Si nos pagan declaró la Tribuna, belicosa y resuelta como nunca , es que nos tienen miedo. ¡Alante! Lo que es hoy, la hacemos, y buena.

Nicolás se calmó luego, tomando el tono que cuadra a un sacerdote y con el cual sabía él muy bien rectificar la descompostura que le producían la ira o el contento. «Nada, yo estoy satisfecho, y aunque creo que me lo merezco por mis estudios y por los servicios que he prestado en el confesonario, no he de tener orgullo; y desde ahora lo digo, me he de llevar bien con mis compañeros de cabildo... esta es la cosa.

Se calmó un poco al oír las dulces razones de Genoveva y acabó por enviarnos al padre Tomás, sin cuya opinión no podía pasarse en semejante caso. La cosa se sale tanto de las conveniencias... murmuró la pobre abuela consternada. En verdad, no si estáis locas o si soy yo la que no está en el movimiento de ideas moderno... ¡En qué siglo vivimos!...

Yo me admiro de que haya obligado á sus padrinos á admitir la pistola. Sus representantes no querían aceptar nada. Son de los que creen que este duelo no debe realizarse. Miguel se calmó. Un sentimiento de equidad le hizo aceptar la decisión de Toledo.

Tratando de dar cumplimiento a una real orden sobre desamortización de bienes eclesiásticos, tropezó Avilés con serias resistencias, que el prudente virrey calmó dando largas al asunto y enviando consultas y memoriales a la corona. No fué ésta la primera vez en que el virrey apeló al expediente de dar tiempo al tiempo para libertarse de compromisos.

Tristán se calmó, y Elena, con su natural ligereza, pasó inmediatamente a otra conversación. ¡Pero qué lindísimo budoir el tuyo, Elena, qué coquetón, qué elegante! le decía Visita aludiendo al del hotel que estaba terminando en Madrid. ¿Te gusta? Muchísimo. ¡Qué guirnaldas talladas! ¡qué rico mosaico el del pavimento! ¡qué pinturas tan finas las del techo!

Pues bien, no, señores, á despecho de todo, mi enseñanza hizo su efecto. Á pesar de Novelli y de la escuela italiana, esa mujer canta de vientre... ¿Fué con el pecho ó con el vientre con lo que habló Campistrón? Marenval y Tragomer no pudieron saberlo; ello fué que se estremecieron y que los vidrios temblaron al formidable rugido que salió de la boca del tenor. Pero Campistrón se calmó pronto.

Que le tirara de las barbas cuanto quisiera, pero él no le soltaba hasta que no le viera tranquilo... bueno, ¿se lo prometía? de esta manera, ; pero, mucho cuidado, porque Agapo tiene muy malas pulgas y fuerzas suficientes para hacerse respetar, ¡ajo! Quilito, libre, se calmó.

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