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Sus infortunios como carretero le habían hecho conocer las bestias, y se reía interiormente de algunos curiosos que, influídos por el mal aspecto del caballo, discutían con el gitano, diciendo que sólo era bueno para enviarlo á la «Caldera». Su aspecto triste y cansado era el de los animales de trabajo que obedecen con resignación mientras pueden sostenerse. Llegó el momento decisivo.

Va a ser muy divertido ver cómo manejaréis a vuestro marido si no alza nunca más la voz que una caldera de agua hirviendo. A me agrada ver llevar a los hombres de las narices. No habléis así dijo Nancy sonrojándose . Bien sabéis que no tengo la intención de casarme.

A las ocho registré la aguada, y visto la poca que tenia por la mucha que se habia vaciado por la inutilidad de la vacijeria podrida, hice cerrar la caldera del mate, y órden que se diese de beber una sola vez á los animales media racion, y que la gente bebiese por un cañon de fusíl, y mandé la chalupa á un arroyuelo de agua salada para su seguridad, pues inmediata al bergantin está expuesta á irse á pique.

Por ambos lados se vislumbra un torrente azul, muy azul, que corre sobre las verdes aguas, color de índigo tan sombrío, que los japoneses nombran al suyo: río negro. Vese perfectamente brotar el nuestro, entre Cuba y la Florida: sale hirviendo de su caldera, el golfo de Méjico. Corre cálido, salado, muy visible entre sus dos verdes murallas.

Cada piedra se la pagaban echando un pescado más en la caldera; pero como los cocineros vivían de la misma alimentación del gigante, ésta experimentaba considerables mermas. Gillespie, acostumbrado á las abundancias de su primer alojamiento, debía sufrir hambre. ¡No poder hacer yo nada por él! murmuraba el profesor desesperadamente.

En esta cazuela hay el ingrediente A, que como V. sabe, es extremadamente cáustico, y que ademas da un color muy feo. En esta otra hay la goma B, excelente para manchar, y cuyas señales no se quitan sino con muchísimo trabajo. En esta caldera hay el palo C, que podria servir para dar un color grosero y comun, pero que no alcanzo cómo ha de producir nada exquisito.

En el momento de bajar a tierra, la pobre niña, con la alegría expansiva de la llegada, vino corriendo, tomada de mi mano a buscar el turpial... El pobre animal agonizaba; medio asado por el calor de la caldera, había tenido el instinto de refugiarse dentro del receptáculo del agua que todas las mañanas se le colocaba en la jaula.

Godfrey, sin embargo, no reparó en aquel movimiento y se dejó caer en su sillón. Juana ya estaba en la puerta con la hirviente caldera. Decid que se retire, ¿queréis? repuso Godfrey. Y cuando la puerta se volvió a cerrar, trató de hablar con más claridad.

El peso de la caldera les impedía caminar con rapidez; por otra parte, el terreno, pedregoso y cubierto de malezas, les obligaba a dar rodeos, haciéndoles perder un tiempo precioso.

Sonó un hervor del caldera, luego un ruido de catarata, y la concurrencia, dando gritos, empezó á huir hacia las habitaciones interiores. ¡Zas!... Gillespie, no sabiendo cómo defenderse de aquel enjambre maligno, había lanzado un salivazo dentro del salón. El proyectil líquido pilló á los dos poetas y los hizo caer con su lanza envueltos en una ola pegajosa, de la que no sabían cómo salir.