Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 22 de junio de 2025


Algunos prorrumpían en largos bostezos y otros arrojaban al fuego trozos de tablas; corrían de mano en mano las calabazas de aguardiente, y los que se habían calentado se retiraban del corro para ceder el puesto a los vecinos que tiritaban. Pero cierta impaciencia se iba apoderando de la multitud.

Lo dudo, Pepe... ¿También a esa la encuentras peros?... La encuentro calabazas, Pepe... Butrón, muy incomodado, dio media vuelta diciendo que más bien serían camuesas, y el señor Pulido, sin perder su paz, repitió muy bajito: Digo calabazas, porque no vendrá, Pepe... ¿Que no vendrá?... Es muy propensa a constipados... Acuérdate de la última junta, Pepe.

Le decía que la había puesto en un compromiso serio, que su corazón le estaba pidiendo una cosa y que le era imposible escucharle; que obstáculos gravísimos le impedían responder como quisiera, etc.; una serie de palabras melosas para disfrazar unas calabazas muy amargas.

Nicolasa provocó la declaración seria y definitiva. Hecha ésta, planteó los dos términos del fatal dilema: ó promesa formal de casamiento, ó despedida y nuevas calabazas ruidosas. D. Casimiro no pudo resistir y prometió casarse. Espantoso día de prueba fué aquel en que supo este triunfo el platónico Tomasuelo. Hasta entonces no había tenido rival que fuese más dichoso que él. Ya le tenía.

Todo a lo largo del río no se encuentra sino pequeñas y miserables poblaciones, donde las gentes viren en chozas abiertas, sin más recurso que un árbol de plátanos que los alimenta, una totuma, cuyas frutas, especie de calabazas, les suministran todos los utensilios necesarios para la vida, y uno o dos cocoteros. Los niños, desnudos, tienen el vientre prominente, por la costumbre de comer tierra.

A Cecilia se le había acercado, poco después de entrar en el salón, Paco Flores, aquel ingeniero que pidió su mano por mediación de Gonzalo. Desde que la joven le diera calabazas, él, que, como hemos visto, sólo buscaba una mujer modesta, hacendosa y con algún dinero, se había enamorado de ella y la perseguía a sol y sombra.

Nada de promesas, pero si reúno suficientes materiales lo haré. No se puede pedir más dijo Roberto. ¡Qué materiales ni qué calabazas! exclamó Rosa, haciendo un gracioso mohín. Pero no cedí, y tuvo que contentarse con aquella promesa condicional. Por mi parte, hubiera apostado cualquier cosa a que mi excursión veraniega no daría por resultado ni una sola página.

Algunas veces contestaba ella que con esa facilidad mecánica y rutinaria de los niños aplicados que se saben la lección; otras veces, más sincera y reflexiva, respondía que el cariño no depende de la voluntad ni menos de la razón, y por esto acontece que una mujer, que no tiene pelo de tonta, se enamorisca de cualquier pelagatos, y da calabazas a las personas decentes.

Al contrario, detrás de esta salida humorística, vi claramente que aceptaba mis galanteos. «Está bien le repliqué; vengan esas calabazas cuando usted salga del convento, pero déjeme usted antes contribuir a que salgaEn suma, casi diariamente nos escribíamos.

¡A cualquier cosa llamas hermosa!... ¡Mala puñalá te den rejoneá!... ¡Quitá allá desaborío! ¿No ves que se están riendo de ti?... Que me perdone Velázquez, pero en esta ocasión no ha dado pruebas de buen gusto. No cómo hay quien pueda decir que es hermosa una mujerota grande, grande, como una ballena; sosa, sosa, más que las calabazas.

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando