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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Además, las cacerías, las futuras cacerías en una extensión de tierras arenosas y movedizas, con bosques de pinos, en nada comparables al rico suelo de la estancia natal, pero que habían tenido el honor de ser pisadas siglos antes por los marqueses de Brandeburgo, fundadores de la casa reinante de Prusia.

Y el doctor clamaba contra las inútiles carreras de caballos, en las cuales mueren muchos más hombres que en las corridas de toros; contra las cacerías de ratas por perros amaestrados, presenciadas por públicos cultos; contra los juegos del sport moderno, de los que salen los campeones con las piernas rotas, el cráneo fracturado o las narices aplastadas; contra el duelo, las más de las veces sin otra causa que un deseo malsano de publicidad.

Luego añadió, volviendo a sus observaciones anteriores. ¿Por qué habla usted de su deuda para con él, señor Seton, cuando yo bien que usted, con el fin de poder pagar la pensión de mi colegio en Bournemouth, vendió su mejor caballo, y no pudo, por consiguiente, gozar de sus cacerías esa temporada?

¡Todo mentira!... Tendré que rehacer mi existencia con otro. Y empezó á pensar en África y en los continuadores de las cacerías de Roosevelt. Al llegar á Nueva York, los periódicos hablaron de Mina por ser la esposa del célebre Gould.

Esas cualidades especiales habían cautivado al señor de Maurescamp, quien se había propuesto, hacía ya algún tiempo, hacerse criador y montar una caballeriza de cacerías; no cesaba de tener conferencias sobre tan importante asunto con el capitán de Sontis, y apreciaba altamente sus preciosos consejos.

En nuestras cacerías del jabalí y del venado, nunca conseguí cansarle. Su amor propio era más fuerte que su complexión fortísima. Desafiaba los chubascos, el hambre y la sed... Pues vea usted aquel roble quebrarse como una caña. A los pocos meses de caer enfermo se le podían contar los huesos al través de la piel... se fue consumiendo, consumiendo... ¡Ay!...

Eran catorce leguas de tierra las que guardaban los reyes para sus cacerías. Esto sin contar la Casa de Campo, La Granja, las posesiones de Aranjuez y otras que no recordaba... ¡Y los demás que reventasen!

A más de los huéspedes habituales del castillo, el señor de Maurescamp invitaba de tiempo en tiempo a las cacerías de la Venerie, a algunos oficiales de la guarnición de Compiègne, a quienes había conocido en París, en las cacerías de los bosques. Entre estos oficiales, que eran casi todos de la mejor sociedad, había uno que hacía excepción, y que todos se admiraban verlo admitido en la Venerie.

¿Y cómo lo sabrían? replicó el viejo chantre con cierto desprecio . Pero mi abuelo hizo la librea de los grooms de ese señor Cliff que vino a edificar las caballerizas de las Gazaperas. Son caballerizas cuatro veces más grandes que las del squire Cass, porque Cliff sólo pensaba en caballos y en cacerías.

Don Alonso, durante la bienandanza de Antonio Pérez, había ofrecido en su honor festines y cacerías, llegando a obtener de sus labios la espontánea promesa de hacerle otorgar, en la primera ocasión, una silla en el Consejo de Italia.

Palabra del Dia

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