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Actualizado: 4 de julio de 2025
Todo le interesaba al mancebo; el vestido que había llevado al baile de la embajada francesa; los menudos accidentes que le habían ocurrido en la cacería de Cotorraso; las escenas que había tenido con su marido, etc. La linda morena seguía el plan de atraer primero su atención, captarse su simpatía a fin de ponerle blando. Clementina llegó a la sala cuando más enfrascados estaban en la charla.
Cuando los Aguilares , los Coroneles y los Fernandez de Córdoba habitaban este castillo, resonaban en su torre de homenage ¡cuántos juramentos de fidelidad noblemente cumplidos; en sus altos salones cuántos clamores de júbilo los dias de cacería, de fiestas, de bodas; cuántas bendiciones en su soportal embovedado, adonde acudian los pobres de la comarca; cuántos gritos de victoria y sinceros parabienes por todo su ámbito, desde los baluartes esteriores hasta los elevados chapiteles de las torres, cuando sus dueños volvian triunfantes de las sangrientas lides con los infieles! ¡y cuántos ayes lastimeros no se habrán exhalado de sus fuertes muros cuando murieron uno tras otro en Algeciras aquellos dos hermanos, los ricos-hombres D. Gonzalo y D. Fernando Ibañez de Aguilar, sus bizarros señores!
Kasper, con la mano apoyada en el cañón de la carabina, parecía muy contento de su cacería, y Materne, frotándose las manos, decía: Yo estaba seguro que les traería a ustedes algo; nosotros, lo mismo mis hijos que yo, nunca volvemos con las manos vacías. En fin, ahí está.
El señor de Candore había invitado colectivamente a todos los cazadores presentes en Argicourt a una gran batida en sus bosques en la semana siguiente. Y el joven oficial no esperaba más que la invitación particular fijando el día definitivo, cuando la tía Liette le dijo después de una ligera vacilación: ¿Deseas mucho ir a esa cacería? ¿Si lo deseaba? ¡Oh! sí... Carlos la miró muy sorprendido.
Estas notas, escritas ligeramente de sobremesa, en el paseo, yendo de cacería ó en el mismo coche que le lleva ó le trae del ensayo, forman más de cien grandes legajos; algunas fueron apuntadas hace veinte años.
Islita de Patayan. Simón el lazarino. Capuluan. Bajo Talusan. Antiguas ruinas. Las rocas Bagobinas. Laguimanoc. Almuerzo. Un astillero. Ensenada de Talusan. Caserío y bajo de Calutan. Calilayan, barrio y Unisan, pueblo. Historia. Ladia. Castillo de Calilayan. Síntesis de dos civilizaciones. D. José Barco. ¡Rumbo á Pitogo! Bajo Salincapo. Cabulijan. Pitogo. Cacería de caimanes.
Federico, mientras tanto, se junta casualmente con el Duque y su favorito Clotaldo en una cacería, á que asisten ambos en los montes; el Duque se había quedado dormido, y Clotaldo se acercaba á él para perpetrar su traición y matarlo, cuando se presenta Federico de repente, arrebata el puñal al traidor y salva la vida del Duque; éste despierta al ruido, que ambos hacen, pero el astuto Clotaldo se da trazas de hacerle creer que él ha sido su salvador y Federico el que ha intentado asesinarle, por cuya razón se prohibe al último, bajo pena de muerte, su presencia en los dominios del Duque.
En los ríos y mangles que rodean á Pitogo, viven caimanes de extraordinarias proporciones. La cacería del caimán ó sea la buaya, como le llama el indio la verifican de una forma muy cómoda y sencilla.
¡Que se ha quitado la barba! exclamó la madre. ¿Quién te lo ha dicho? Juan, el guardabosque del Duque, que ha visto al Rey. ¡Ah, sí! El Rey, señor mío, está de cacería en una posesión que tiene el Duque, ahí en el bosque; de Zenda irá a Estrelsau para la coronación el miércoles por la mañana.
El Rey, excitado por la curiosidad, desea conocer á este personaje excéntrico , y ordena que se prepare una cacería en las inmediaciones de Toledo; se propone fingir que se ha extraviado en el monte, y sin darse á conocer, acompañado sólo de algunos de su séquito, pedir hospitalidad en el Castañar.
Palabra del Dia
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