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Actualizado: 4 de octubre de 2025


Era gran cazador, y en Venerie había mucha caza, lo que le había determinado a comprar aquel dominio, para no tener que alquilar cacería por un lado o por otro, todos los años.

Por la noche tenían su conciliábulo antes de acostarse, y pasaban en revista burlesca a todos los pretendientes del día: llamaban ellas a eso la matanza de los inocentes, y algunas veces, la cacería de las antorchas. La señora Hermany era en esta ejecución nocturna, verdaderamente feroz.

La joven se animaba narrando los incidentes de la cacería. Tristán la miraba embelesado, admirando en lo íntimo de su ser la juventud, el vigor y la hermosura de su prometida. ¿Pero estás segura de que has alcanzado con los perdigones a ese ánade? ¿Cómo no, puesto que ha caído? Es que yo no creo una palabra de la eficacia de tu puntería.

Ni había cosa que a Lucía pusiese en mayor enojo que hallarlos conversando, cuando volvía, de la caza de ayer, del jabalí en preparación, de las fiestas de cacería en los castillos señoriales de Europa, de la pobre Ana, de los tamales de Petrona Revolorio.

Ambas se combaten y entregan á una lucha inmensa que es armonía y la salvación del género humano. En la gran cacería universal contra la raza maldita, los ojeadores, los encargados de impedir que la masa se disperse, los que la empujan hacia la playa, son los gigantes del mar.

Ramiro, al dejar la pastelería, iba comparando en su memoria el semblante del hombre con la figura casi desvanecida de su recuerdo, representándose, a la vez, toda la escena lejana... Haría cosa de diez años. Don Alonso Blázquez había invitado a una cacería a muchos caballeros de la ciudad. Ramiro y su madre asistieron. Era un día de octubre.

Podía, pues, parafrasear y aplicarse el antiguo adagio madrileño: Todo el Tandil lo sabía, ¡Todo el Tandil, menos él! Ahora se comprendía la singular reserva de Coca en la primera visita que él hiciera en casa de Itualde; comprendía por qué no le hablara, por qué parecía huirle... ¡Pobrecita!... Iba a ser ella la mejor pieza de su cacería en el Tandil, ¡ella, la blanca palomita del monte!

Todos los de Europa la poseían por igual, y hasta los reyes gozaban el placer del rascuñón y el entretenimiento de la cacería a tientas.

Por eso continuó Martholl, con gran pesar de Bertrán, que deseaba contar la historia de una cacería de ciervos, a que lo había invitado un archiduque, por eso, en Francia, la fisonomía de los salones ha cambiado prodigiosamente.

¡Quién sabe cuántas maldiciones acompañan los suspiros del miserable indigente que así piensa, en tanto que el noble lord medita en el proyecto de una cacería ó en la seduccion de una jóven, ó el banquero egoista va calculando las ventajas de su juego de bolsa! La noche es el momento mas propicio para recibir el golpe de vista de las calles de Lóndres en su parte mas concurrida.

Palabra del Dia

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