Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 10 de mayo de 2025


Fernández, en la cabecera; cerca de él, a la izquierda, un niño, como de seis años, pálido y enclenque; en seguida una señora que pasaba de los cuarenta, y a la derecha del dueño de la casa, Gabriela. Pase usted, joven; me dijo el caballero con mucha cortesía pensábamos que no llegaría usted y no le esperábamos a almorzar; pero llega usted a tiempo ¿Tendrá usted apetito, no? ¡Ah!

Sentóse Altisidora en una silla, junto a su cabecera, y, después de haber dado un gran suspiro, con voz tierna y debilitada le dijo: -Cuando las mujeres principales y las recatadas doncellas atropellan por la honra, y dan licencia a la lengua que rompa por todo inconveniente, dando noticia en público de los secretos que su corazón encierra, en estrecho término se hallan.

¡No, por cierto! respondió Kasper ; ha llegado el invierno, el tiempo del jabalí. Después, dejando uno y otro las carabinas en el rincón de la ventana, al alcance de la mano, por si llegaba un caso de alarma, montaron la pierna por encima del banco y se sentaron frente a su padre, que ocupaba la cabecera de la mesa.

Su casa no era un templo, ni mucho menos. Habitaba en un cuarto piso de un barrio extremo. ¿Por modestia? ¿Por coquetería? No se sabe. Las pobres gentes de su barrio no se quejaban de tal vecindad; él, por su parte, las cuidaba con tanta solicitud, que algunas veces olvidaba el portamonedas a la cabecera de su cama.

Pueden citarse algunas sin embargo: La Laguna de Chitiopa, que está situada mucho mas arriba del Cármen, y en la misma cabecera del rio Blanco, al que da orígen por consiguiente.

Usted siempre haciendo algo por Dios, padre, ¡ji! ¡ji! lo mismo en la iglesia, que a la cabecera de los moribundos... que en los huecos de las puertas, ¡ji! ¡ji!... Si usted se muere antes que yo, ya tiene usted un testigo de alguno de sus milagros para que le canonicen... Vaya, no quiero estorbar el milagro. Hasta la vista. ¡Ji! ¡Ji!

Las novedades más salientes fueron poner la madre los viernes un pucherito aparte para Tirso, que no quería comer de carne; colocar a la cabecera de la cama de matrimonio una cruz de madera; detenerse los domingos en misa un ratito más que los primeros días, y comprar un devocionario impreso en caracteres gruesos, propios para persona a quien los años han fatigado la vista.

Después de la fiebre, el delirio; pero un delirio especial, una especie de sueño dulce y sonriente como su carácter mismo. Había momentos en que parecía dejar su desvanecimiento, para dar las gracias a las buenas mujeres que la servían y para alentar a nuestro pobre padre, que permanecía a la cabecera del lecho, aterrado completamente por el terrible golpe que acababa de recibir.

Roberto le lanzó una mirada tímida, desesperada, como un niño. Luego se inclinó hacia el cadáver, lo levantó y lo puso en la cama rechazando con el pie la parihuela destrozada. En seguida se sentó junto a ella, a la cabecera, y maquinalmente enrollaba en su dedo índice un mechón de la suelta cabellera. El viejo comenzó a temer por la razón de su hijo. Roberto dijo acercándose a él.

Miré el reló que tenía a la cabecera de la cama, y vi que eran poco más de las ocho. A pesar de la falta que me hacía dormir un buen rato más, levantéme y abrí todo el cuarterón. El poco cielo que veía desde allí, estaba raso y azul como un paño de seda, y el sol bañaba ya todos los picachos del Oeste.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando