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Actualizado: 19 de junio de 2025
Conque, ¿vamos, Baldomero? ...Cuando... quiera... don Melchor dijo Baldomero, que se había quedado contemplando a Ramona. Acompañados por Ricardo y Lorenzo se dirigieron a la caballeriza donde Hipólito palmeaba en la tabla del pescuezo al Platero, mientras lo tenía sujeto por una oreja. Aguarde que yo monte, don Melchor; ¡tenéselo, ché, Hipólito! ¿Por qué, Baldomero?
Felizmente pude vadear el río a la altura del molino Water Newton, lo que me economizó la larga vuelta por Wansford, y cuando me encontré a una milla de casa, dejé que mi caballo marchara al paso, como siempre lo hacía, para que pudiera tranquilizarse antes de llegar a su caballeriza.
No hubieron bien entrado, cuando don Quijote preguntó al ventero por el hombre de las lanzas y alabardas; el cual le respondió que en la caballeriza estaba acomodando el macho. Lo mismo hicieron de sus jumentos el primo y Sancho, dando a Rocinante el mejor pesebre y el mejor lugar de la caballeriza.
Hasta que tuve catorce años, me criáron en un palacio al qual no hubieran podido servir de caballeriza todas las quintas de barones tudescos, y era mas rico uno de mis trages que todas las magnificencias de la Vesfalia. Crecia en gracia, en talento y beldad, en medio de gustos, respetos y esperanzas, y ya inspiraba amor.
Vistióse, en fin, y poco a poco, porque estaba molido y no podía ir mucho a mucho, se fue a la caballeriza, siguiéndole todos los que allí se hallaban, y, llegándose al rucio, le abrazó y le dio un beso de paz en la frente, y, no sin lágrimas en los ojos, le dijo: -Venid vos acá, compañero mío y amigo mío, y conllevador de mis trabajos y miserias: cuando yo me avenía con vos y no tenía otros pensamientos que los que me daban los cuidados de remendar vuestros aparejos y de sustentar vuestro corpezuelo, dichosas eran mis horas, mis días y mis años; pero, después que os dejé y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado por el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos.
Los vestidos de Frías y su compañero, que tienen a su cargo los lebreles, me parece que se les reduzca ahora a 80 ducados cada uno, y que a los primeros que entraren se les reforme por esta parte, y se les vista por la caballeriza la librea de mezcla.
Difícil para montar me dijo un criado de caballeriza, guiñando el ojo. Lo veo, muchacho, pero voy á sorprenderla, mira. En el mismo instante me senté en la silla sin tocar el estribo, y en tanto que Proserpina reflexionaba en lo que sucedía, me afirmé sólidamente.
Ademas, una cocina con su chimenea de 29 metros que arroja el humo en medio del bosque superior, un refectorio, una gran sala, sacristía, dos gabinetes, varias celdas, algunas ventanas que dan vista al enorme abismo y las campiñas circunvecinas, una caballeriza, en fin un sótano donde se encuentra un manantial de agua deliciosa. Qué de trabajo empleado allí!
Parecióle a Maritornes que sin duda don Quijote daría la mano que le habían pedido, y, proponiendo en su pensamiento lo que había de hacer, se bajó del agujero y se fue a la caballeriza, donde tomó el cabestro del jumento de Sancho Panza, y con mucha presteza se volvió a su agujero, a tiempo que don Quijote se había puesto de pies sobre la silla de Rocinante, por alcanzar a la ventana enrejada, donde se imaginaba estar la ferida doncella; y, al darle la mano, dijo: -Tomad, señora, esa mano, o, por mejor decir, ese verdugo de los malhechores del mundo; tomad esa mano, digo, a quien no ha tocado otra de mujer alguna, ni aun la de aquella que tiene entera posesión de todo mi cuerpo.
Y así, fatigado deste pensamiento, abrevió su venteril y limitada cena; la cual acabada, llamó al ventero, y, encerrándose con él en la caballeriza, se hincó de rodillas ante él, diciéndole: -No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero, fasta que la vuestra cortesía me otorgue un don que pedirle quiero, el cual redundará en alabanza vuestra y en pro del género humano.
Palabra del Dia
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