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Actualizado: 27 de mayo de 2025


El corazón no me cabía en el pecho: yo quería llorar... lloré mucho y las lágrimas cegaron por un instante mis ojos.

Ahora viene lo bueno dijo el pastor. Aguarde usted, aguarde usted continuó la niña y verá lo que sucedió. Pues señor, el hombre se volvió a su casa tan contento, que no le cabía el corazón en el pecho. «¡Qué holgorio van a tener mis hijos!», decía. Cuando llegó, ya la cigüeña había traído al niño, el cual estaba en la cama con su madre.

Independientemente de esto, yo me obstino en figurarme la prolija contienda de siete u ocho siglos como una obstinadísima guerra civil, dentro de la cual cabía y había otra multitud de guerras civiles, ya de moros, contra moros, ya de cristianos contra cristianos, ya de los de una religión contra los de la otra.

No cabía duda de que era él el pretendiente preferido, y era esto tan evidente que el pobre chico no sabía ni lo que le pasaba, y si le hubiesen obligado a decir lo que sentía, habría confesado que siete meses de desdenes no le habían atormentado tanto como aquellas dos veladas de favor.

Cada cuarto de hora me detenía en la puerta de ranchos extendidos sobre el camino y comenzaba mi eterna cantilena: «¿Ha visto pasar un mozo rubio sobre una mula bayaEn una de esas tentativas, una buena mujer me contestó que en la tarde del día anterior había pasado un sabanero, tuerto, con la mula cansada. No cabía duda, era el mío.

El camino de la ermita es una llana y hermosa calle de árboles, con prolongados asientos, en que cabía toda la Comunidad. Al principio de este paseo hay un viejísimo ciprés, á cuyo pie, y recostado en su tronco, es fama estaba sentado Carlos V la primera vez que vió en Yuste á su hijo D. Juan de Austria, ya casi mozo, después de muchos años de separación.

Y no holgué yo menos de esta feria Salir, que me cabia mucha parte, Y así en el Concilio mi miseria Gasté con mi pequeña industria y arte: Por me en pobreza, y gran laceria, Mas nunca jamas pude yo olvidarte España, dulce amiga, cuyo hipo, Me trajo sin sosiego, y el Filipo.

Era una boya que no cabía ya en ninguna parte, ni concebía otra postura, relativamente cómoda, que la de las boyas, flotando, la cual era irrealizable, tan irrealizable como su viaje a España, si Dios no hacía el milagro de enflaquecerla una tercera parte cuando menos, en lo que faltaba de primavera, para poder embarcarse en los primeros meses del verano.

Un rumor triste, fatídico, que escuchó detrás de las paredes de su cuarto, le hizo levantar la cabeza y clavar los ojos atónitos en el vacío. ; no cabía duda; se la llevaban, se la llevaban. Don Mariano se arrojó de bruces sobre el sofá y hundió el rostro en los almohadones para reprimir los gritos. ¡Esposa mía! ¡Esposa de mi alma!... Te llevan..., te llevan para siempre... ¡Ay, qué horror!...

El corro no pudo menos de sonreír en señal de aprobación. Al papá del maldiciente se le caía la baba, y guiñaba un ojo a un amigo. No cabía duda que los chicos sólo en Madrid se despabilaban. Caro cuesta, pero al fin se tocan los resultados.

Palabra del Dia

bagani

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