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Actualizado: 11 de junio de 2025
¡Ah, Rosita!, ¿cómo puede usted hablar en esos términos del buen Ramón, que me afeita de balde, y de esa ilustre Marisalada que ha sido aplaudida por generales y por ministros? Nada de eso impide replicó Rosa Mística que haya sido cómica, de las que antes estaban excomulgadas, y que deberían estarlo todavía. Yo quisiera saber por qué no lo están ya.
A mí no me gusta hablar de nadie, cada uno que se arregle con Dios; pero, francamente, señor: ¡esa niña que parece una cómica, y fuma, y no respeta a su madre! ¡Y ese padre que no la reta y se ríe de sus travesuras!... Que viva cada uno a su gusto, pero yo no quiero tratos con gringos de tal clase.
El Fénix de los ingenios españoles, aquel que se alzó con el cetro de la monarquía cómica, visitó á Sevilla en los primeros años del siglo XVII, y si bien de su estancia en nuestra población no son hasta ahora muy detalladas y completas las noticias que existen, pueden, sin embargo, servir para dar asunto á uno de estos apuntes históricos.
Se convino, por último, en que, á pesar de la gravedad de la situación, no era ninguna salida de tono, ni tenía una inoportunidad cómica ó censurable, que el P. Jacinto llevase á Clarita la corza y se la regalara. Al volver aquella noche á la ciudad, el Comendador tuvo que sufrir un ínterrogatorio en regla de su sobrina, que era la muchacha más curiosa y preguntona de toda la comarca.
Mejor es la prosa, especialmente la de los pasos, que, por la gracia y naturalidad del diálogo, puede rivalizar con la de su modelo, muy superior á él en vis cómica. Timoneda dió á alguna de estas pequeñas farsas el nombre de entremés, que distinguió más tarde á las parecidas á ellas.
Y al aparecer el marqués en un balcón, rodeado de sus amigotes, abríase la puerta de la cuadra y salía bufando con espumarajos de rabia un novillo, al que habían aguijoneado previamente los criados. Los que realmente eran cojos, corrían hacia los rincones, amontonándose, manoteando con la locura del miedo; y los fingidos soltaban las muletas, y con cómica agilidad se encaramaban por las rejas.
No habla menos resueltamente sobre la última cuestión Francisco Cascales, de Murcia , en sus Tablas poéticas, que aparecieron en 1616. En este libro ingenioso, escrito en forma de diálogo, se dice, entre otras cosas, lo siguiente: «¡Válame Dios! Son unos hermafroditos, unos monstruos de la poesía. Ninguna de esas fábulas tiene materia cómica, aunque más acabe en alegría.»
»Suelen los muy críticos Terensiarcos y Plautistas destos tiempos condenar generalmente todas las comedias que en España se hacen y representan, así por monstruosas en la invencion y disposicion, como impropias en la elocucion, diziendo que la poesía cómica no permite introduccion de personas grandes, como son Reyes, Imperadores, Monarcas y aun Pontefices, ni menos el estilo adecuado á semejantes interlocutores, porque el que se ciñe dentro de esta esphera es el mas supino, como lo vieron los que se acuerdan en España del famoso cómico Ganaça, que, en la primera entrada que hizo en ella, robó igualmente el aplauso y dinero de todos, y lo ven agora los que de nuestros españoles estan en Italia, y aun los que, sin desamparar su patria, se aplican al estudio de letras humanas, en todos los Poetas cómicos, haziendo mucho donayre de que introduzgan en las Comedias un Lacayo, que, en son de gracioso, no sólo no se le defienda el más escondido retrete, que bive la dama y aun la Reyna, pero ni el caso que necesita de más acuerdo, estudio y experiencia, comunicando con él altas razones de estado y secretos lances de amor, asi mesmo de ver los Pastores tan entendidos, tan philosofos morales y naturales, como si toda su vida se huvieran criado á los pechos de las Universidades mas famosas.
Es necesario creer que esta frase tendría una intención muy cómica, puesto que en la baca todo el mundo se rió a carcajadas. El amolador no se reía. Al ver esto, el tahonero dirigiose a mí. ¿No conoce usted, caballero, a la mujer del amolador? ¡Vaya con la picaruela de la feligresa! En Beaucaire no existen dos como ella. Redobláronse las risas.
Después la condesa, que no participaba de nuestro humor festivo por la escena cómica que había seguido a la trágica, cual ordinariamente ocurre en el mundo, llevome aparte, y con aflicción me dijo: Temo haberme dejado arrastrar demasiado lejos por la ira que me produjo la presencia de aquella mujer. Le dije cosas demasiado duras, y cada palabra me pesa sobre la conciencia.
Palabra del Dia
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