Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de mayo de 2025
Riose francamente, y exclamó, luego, con marcado acento gascón: «Mais, c'est drôle!» Ya se me había dormido la pierna derecha de estar tanto tiempo en la incómoda postura en que me puso en el lienzo ese «brigand» de Tintoretto. ¡Si estuviera aquí, ya le calentaría un poco las orejas!
El orador se detiene y la ausencia de su letanía llama a la vida real a Gambetta, que levanta la cabeza, ve las olas alborotadas, destroza una regla contra la mesa, da un campanilleo de cinco minutos, adopta un aire furibundo, se pone de pie y grita: «Mais c'est intolérable!
¿Quién es ese señor tan altanero me dijo al bajar la escalera y tan fino, y tan?... ¿Es algún príncipe? Es un escribiente que se cree la justicia y el primer personaje de la Nación: como está empleado, se cree dispensado de tener crianza. Aquí tiene todo el mundo esos mismos modales, según voy viendo. ¡Oh! no; es casualidad. C'est drôle iba diciendo mi amigo, y yo: ¿Entre qué gentes estamos?
Bastante os habéis azotado ya, padres míos, les dijo el arquero en buen francés al llegar junto á los penitentes. Largo es el reguero de vuestra sangre en el camino. ¿Por qué os maltratáis de esa manera? ¡C'est pour vos péchés, pour vos péchés! murmuraron ambos, fijando en los recienllegados sus tristes miradas.
Varias notas sueltas llegadas hasta ellos con mayor intensidad en una de las fluctuaciones de la brisa permitieron á Argensola reconstituir el canto breve rematado por un aullido melódico; un verdadero canto de guerra: C'est l'Alsace et la Lorraine, C'est l'Alsace qu'il nous faut. Oh, oh, oh, oh.
Una vez en que se trataba de la limpieza de los pozos negros de la Pola comenzó su discurso diciendo: «Setecientos mil dracmas gastaron los dorios en dotar de alcantarillas á Esparta...» Desde entonces le llamamos por aquí el dorio. ¡Oh, que c'est drôle! ¡Pero ese caballero es un loco! ¡De atar! respondió el joven Antero.
El distinguido señor Céspedes, cónsul argentino en Colón, que está allí labrando su fortuna con un heroísmo incomparable, se encuentra, por mi desgracia, en cama. ¿Qué hacer? ¿Visitar la ciudad? Veinte minutos y c'est fait. Barro y casas de madera; nada. Ponerme a leer... ¿en mi cuarto? ¡Prefiero la muerte!
«C'est gentil!» exclamó el vizconde de la Ferronière. «J'en meurs pour le bon vin du Porto, et de Bourgogne aussi.» ¡Gracias, gracias! Has tenido una piadosa idea, mi querido nieto, digna de la generosa hospitalidad de tus abuelos articuló la voz de doña Brianda. Y doña Inés nada dijo, pero sonrió con tal encanto a su sobrino-nieto, que su sonrisa era una flecha de amor...
Entretanto que esto pasaba con nosotros, en un billar contiguo, diez o doce señoritos de muy buenas familias, jugaban al billar con el mozo de éste, que estaba en mangas de camisa, que tuteaba a uno, que sobaba a otro, insultaba al de más allá, y se hombreaba con todos: todos eran unos. ¿Entre qué gentes estamos? repetía yo con admiración. C'est drôle! repetía el francés.
Palabra del Dia
Otros Mirando