Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 26 de mayo de 2025
Mandó buscar caballos, se enteró del camino que habían de seguir, del tiempo que iban a tardar, etc. Quiso dejarlo todo listo, a pesar de que Obdulia le indicaba que no corría tanta prisa. Puesto que se trataba de un viaje corto, por la mañana era fácil arreglarlo todo. Pero el excusador no podía disimular el ansia que tenía de dejar zanjado aquel asunto.
Tuvieron cuidado las dos de darle lugar y comodidad a que saliese, y él, sin perdella, salió y luego fue a buscar a Lotario, el cual hallado, no se puede buenamente contar los abrazos que le dio, las cosas que de su contento le dijo, las alabanzas que dio a Camila.
Godfrey había vuelto con el calzado. Al oír los gritos de la niña su corazón se oprimió, como si alguna fibra íntima se hubiera tendido con fuerza. Voy a ir dijo precipitadamente, impaciente por moverse un poco , voy a ir a buscar esa mujer, a la señora Winthrop. ¡Oh! ¡bah! mandad a otra persona dijo el tío Kimble, que se apresuró a salir con Marner.
Pues dime, Juan Ortiz: ¡no te conmueve El ver aquestos trances peligrosos! ¡O duro corazon! á quien no mueve El temor de los fines sospechosos. No vemos ser prudente el que se atreve A perder lo ganado en los dudosos Y peligrosos casos: lo mas cierto Es ir siempre á buscar seguro puerto.
»Ya salieron dos millas del fuerte harto pocos turcos sin que saliésemos á ellos, y viniéndonos cada día á buscar, pocos y sin orden, no consentíades que se saliese á escaramuzar con ellos.
El remedio que esto tiene es muy fácil, porque no habéis de hacer otra cosa que buscar un libro que los acote todos, desde la A hasta la Z, como vos decís.
»No se sonroje por ello, hermana mía; no se avergüence de su destino y de su naturaleza. Frecuente usted la sociedad y procure buscar en su seno un corazón que sea digno del suyo. Yo, desde el umbral de la tumba de Magdalena la seguiré con fraternal mirada haciendo votos por su felicidad. »Pero, ¿encontrará usted, Antoñita, ese corazón que pueda hacerla dichosa?... ¡Ay!
Sentí que el rubor que revela a los culpables, me invadía de improviso la cara; me parecía que su mirada penetraba hasta el fondo de mi alma... Por la tarde fui a buscar un libro a mi cuarto, cualquiera que fuese, el primero que me vino a la mano, y traté de leer, pero las letras bailaban delante de mis ojos y la cabeza me zumbaba: se habría dicho que mil murciélagos se recreaban en él.
Voy a buscar otro más humano, ¿no le parece? ¡Claro! ¡Le dejo la prenda y le pago treinta pesos cuanto más! ¡Es natural!... ¡Vea, si no se ofende..., ocúpeme con confianza!... ¿Qué diablos, para qué son los amigos? Y cierran el trato. A los dos días se presenta el cliente con un amigo que va a comprar la prenda en setecientos pesos y quiere verla.
Pero un antídoto, señor Simoun... tengo apomorfina... tengo éter, cloroformo... Y el sacerdote trataba de buscar un frasco hasta que Simoun, impaciente, gritó: Es inútil... ¡es inútil! ¡No pierda usted tiempo! ¡Me iré con mi secreto!
Palabra del Dia
Otros Mirando