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Actualizado: 17 de julio de 2025


Mujer, no te irrites.... No quiero hacer creer que necesito limosnas; soy pobre, pero aún tengo para no morirme de hambre, y sobre todo, con orden y economía, sin querer aparentar más de lo que realmente se tiene, lo pasa cualquiera tan ricamente. Y estas palabras las subrayó el viejo con el acento y la mirada burlona que fijaba en su hermana.

¿No?... Como que le iba a dejar... ¿Estás todavía en los dichosos tiempos de los matrimonios por amor? ¡Cómo! exclamé consternada. ¿No estás ya en ellos? El amor sublime... respondió la incorregible burlona; creo que no me sentaría bien. Dices tonterías hizo observar la prudente Genoveva, también muy sofocada. Tonterías... no.

La mañana, extremadamente fría; lluvia mentidita de calabobos; don Juan ojeroso y falto de sueño; la chica burlona, desenfadada y alegre. ¿Qué hay? Rigular. Explícate. Dejé la carta encima del tocador, entré poco después y la estaba leyendo mu seria.

A veces se dibujaba en su rostro una levísima sonrisa burlona. Se enteraba de todo con interés, loaba los trabajos que se habían llevado a cabo, proponía otros nuevos. Y al ir y venir soltaba el brazo unas veces, otras lo tomaba, despertando en el alma del conde sensaciones diversas, pero todas vivas y anhelantes.

El Magistral salió de casa de Páez bufando; la sonrisa burlona de Olvido, que se celaba ya, le había puesto furioso.... Y sin pensar lo que hacía, se había ido derecho a la plaza Nueva, se había metido en la Rinconada y había llamado a la puerta de la Regenta.... Por eso estaba allí. ¿Quién iba a explicar semejante motivo de una visita?

Los demás, que no le habían visto, levantaron la cabeza sorprendidos y saludaron. ¿ por aquí á estas horas, gachó? ¿Qué milagro es éste? dijo Antoñico con intención burlona y malévola que hizo dar un vuelco á la sangre del guapo. ¡Con qué placer le hubiera estampado la botella en la cara!

Tranquilícese usted, Mabel se apresuró a contestar la burlona Diana; ha sido prevenido por orden mía. ¡Qué extraña idea tiene usted de nuestra manera de comprender los deberes para con los huéspedes, para suponer que María Teresa y yo no trataríamos de procurar a nuestras amigas el mayor placer posible!

Aterrados por esta aparición, los soldados agrupados alrededor del orador hicieron un vago movimiento de retroceso; solamente aquél, con expresión burlona y actitud provocadora, sostuvo sin pestañear la mirada de su jefe... ¿Qué hacer? Nada tenía influencia en aquellas cabezas de hierro. Castigarle, hubiera sido arriesgar algún motín, y nada más.

Tristán la contempló fijamente con curiosidad burlona. Le dio por completo la razón. Nada, nada, los jóvenes de distinto sexo no estaban bien solos bajo un mismo techo. Le pagó y la pudorosa doméstica se despidió hecha una jalea diciendo que al día siguiente vendría a buscar el baúl. Entonces Tristán quedó solo en la casa. Una tristeza inmensa, infinita, pesaba sobre su alma.

Esa es una falta de cortesía. ¡Bien... mejor!... Y , que eres una chica amable y bien educada, no serás capaz de cometerla; estoy seguro de ello. ¡Qué pez me ha salido usted! dijo ella clavándole una mirada entre respetuosa y burlona. No por qué dices eso repuso él con fatuidad. Vamos, déjeme en paz y váyase a cazar. Y al decir esto, fuese a sentar un poco más lejos.

Palabra del Dia

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