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Actualizado: 10 de octubre de 2025
Lo que importa para que la poesía sea buena y legítima es, por consiguiente, la sinceridad: que todo se exprese con la natural sencillez que no excluye, sino que requiere, la elegancia, y que nada se sienta, ni se piense, ni se diga con afectación para aterrar a los burgueses, para alcanzar la originalidad por la extravagancia, para seguir la última moda de París o para imitar novedades germánicas, rusas o suecas.
Wágner es el último romántico, cierra una época y pertenece al pasado. Nietzsche tuvo empeño en demostrar su origen polaco y abominó de Alemania, país, según él, de burgueses pedantes. Su eslavismo era tan pronunciado, que hasta profetizó el aplastamiento de los germanos por los eslavos... Y no quedan más.
El squire es bastante ágil, dado su peso dijo el señor Macey , y su manera de golpear con el pie absolutamente notable. Pero el señor Lammeter vence a todo el mundo por su parte. Fijaos bien, yergue la cabeza como un soldado y no es gordo como la mayor parte de los burgueses que entran en años y tienen la pierna bien formada. El pastor no carece de gracia; pero su pierna no tiene nada de notable.
Eso os tienta, ¿no es cierto, bergantes?... mientras que si tratamos de arribar a Bayona o a Burdeos, podemos ver de nuevo Francia y vivir como buenos burgueses con nuestra parte de presa, que no será pequeña, puesto que también nos repartiremos la de esos... añadió Kernok designando a los heridos de la corbeta. Este argumento calmó victoriosamente los últimos escrúpulos de los recalcitrantes.
Los obreros que entonces llevaban la voz en la propaganda revolucionaria habían muerto, o habían envejecido, o se habían dispersado, o estaban desengañados de la idea; la generación nueva no era clerófoba más que a ratos; era amiga de la taberna, no del club. Se hablaba sólo de revolución social; y ya se decía que los curas no son ni más ni menos malos que los demás burgueses.
Vió la Alemania que se había imaginado muchas veces: una Alemania tranquila, dulce, de burgueses un poco torpes y pesados, pero que compensaban su rudeza originaria con un sentimentalismo inocente y poético. Este Blumhardt, al que sus compañeros llamaban Bataillon-Kommandeur, era un buen padre de familia.
El Tritón iba enumerando á su sobrino las categorías y especialidades de los buques. Y al convencerse de que Ulises era capaz de confundir un bergantín con una fragata, rugía escandalizado: Entonces, ¿qué diablos os enseñan en el colegio?... Al pasar junto á los burgueses de Valencia sentados en los muelles caña en mano, lanzaba una mirada de conmiseración al fondo de sus cestas vacías.
Estamos hechos unos burgueses decía Isidro . No hay en Madrid una pareja legal que viva tan virtuosamente como este par de socios... libres. Y se aislaban cada vez más, satisfechos de su amor, olvidados del mundo, creyendo que la vida podía deslizarse de este modo eternamente.
El doctor contestó á su saludo alegremente. ¡Compañero! ¿Tú aquí?... Había llegado por la mañana en un tren lleno de obreros. Por supuesto, sin billete; los compañeros querían pagárselo, pero él había protestado, ocultándose para viajar sin que los burgueses le explotasen. ¿Y el mitin? preguntó Aresti. ¿No vas al mitin?
La farsa de un geógrafo alemán revivió en su memoria como una explicación: «El germano es un bicéfalo. Con una cabeza sueña y poetiza, mientras con la otra piensa y ejecuta.» Desnoyers se mostraba desesperado por la certidumbre de la guerra. Este profesor le parecía más temible que el consejero y los otros burgueses alemanes que había conocido en el buque.
Palabra del Dia
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