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Actualizado: 24 de junio de 2025


Pero las nuevas hojitas primaverales brotaban en medio de una espantosa soledad. Sólo la señora de Goyeneche apreciaba sus matices delicados y su frescura virginal. La pieza terminó. Transcurrieron unos momentos sin que la reunión distraída se diese cuenta de ello.

Una vez en la corte, necesitó tener a su lado un genio complaciente, un numen auxiliar que comunicase con sus pinceles vida y expresión a los muertos y aplanados monigotes que brotaban de su paleta de artista.

No era ya para ella el indiferente que había creído; las lágrimas que brotaban poco antes de los ojos del joven, María Teresa las sentía caer una a una en su corazón, y las menores inflexiones de la voz lenta y baja de Juan dirigiéndose a ella, semejante a la del sacerdote ante el altar, surgían en su memoria como música misteriosa.

Mal ahogados suspiros brotaban de su pecho, en el cual sentía opresión dolorosa; tenía vértigos, la vista se le nublaba, se le dormían los dedos o notaba en ellos calambres e insólito frío; las imágenes y especies que guardaba su memoria se revolvían en confusión; le dolía la cabeza y hasta se le trababa la lengua y tartamudeaba cuando hablaba con Ramón, su criado.

Siguió el lápiz corriendo sobre el papel, pero siempre el alma iba más deprisa; los versos engendraban los versos, como un beso provoca ciento; de cada concepto amoroso y rítmico brotaban enjambres de ideas poéticas, que nacían vestidas con todos los colores y perfumes de aquel decir poético, sencillo, noble, apasionado.

Ascendían, trazando en los espacios gigantescas curvas, tronaban en lo alto, y de la explosión brotaban raudales de polvo de oro, centenares de luces que al descender semejaban una lluvia de piedras preciosas. La charanga se soltó tocando el Himno Nacional. Dominó Gabriela su abatimiento, y me dijo en voz baja, con expresivo acento sigiloso: Hoy le contesté a Ernesto.

La esposa dio dos pasos hacia el esposo, desmintiendo con los rayos, que de sus claros ojos brotaban, la suave vocecita y el pausado tono con que dijo: ¿Pues no comió ayer aquí ese buey Apis?... Es un animal replicó el marido; y para ocultar su turbación, escondióse bajo el paño negro, poniéndose a enfocar de nuevo la máquina.

El cántico de Violeta tornó a aparecer lleno de dulzura melancólica y de pasión. La voz de María sollozaba de tal suerte al interpretarlo, que el corazón se oprimía y las lágrimas brotaban en los ojos. Un solo perro, el del comercio de quincalla, siguió ladrando con persistencia sumamente incómoda, pues la voz de la cantante no acababa de llegar a los oídos del público con la debida pureza.

Ya ves... Mario añadió limpiándose las lágrimas que le brotaban a los ojos, el que sea hijo predilecto de la Iglesia no me parece motivo para que desprecie a una mujer que tanto le quería. ¡Claro que no! Tan mal le pareció la conducta de su amigo que resolvió pedirle explicaciones acerca de ella. Presentación se oponía. No es por ti solamente le respondió Mario.

Además, de los labios de doña Frasquita continuamente brotaban dichos y apóstrofes tan destemplados como éstos: «¡Carcamal! ¡No haber tenido familia a los veinte, y querer correrla con un pie en la sepultura! ¡Cochino! ¡Buen chasco se llevaría la que fuese, porque... al burro que no puede con la albarda, échele usted doble carga

Palabra del Dia

rigoleto

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