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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Quiero ser libre, ¡vivir libre!... Sorprendióle la noche vagando por San Fernando y no dando con ningun marinero amigo decidió retirarse. Y como la noche era hermosa y la luna brillaba en el cielo transformando la miserable ciudad en un fantástico reino de las hadas, fuése á la feria.
¡El pan!... ¡Cuánto cuesta ganarlo! ¡Y cuán malos hace á los hombres! En una barraca brillaba una luz pálida, amarillenta, triste. Teresa, atolondrada por el peligro, quiso ir á ella á implorar socorro, con la esperanza que infunde el ajeno auxilio, con la ilusión de algo milagroso que se ansia en la desgracia. Su marido la detuvo con una expresión de terror. No: allí no.
Cinco minutos después, otra de las conspiradoras dijo, recogiendo el dedal que se le había caído: A mí no me gustan las rosas blancas. ¿Qué significa esto? gritó entonces Rosa Mística, cuyo ojillo negro brillaba como un fanal . ¿Se están ustedes burlando de mí? No me gustan las rosas del pitiminí dijo una de las más chicas, ocultándose inmediatamente debajo de la mesa.
La joven guardó silencio. Ahora no importa nada prosiguió porque ya están todos los frutos recogidos; pero si hubiera caído antes, no nos deja ni una castaña ni un grano de maíz; ¡je, je! Granate sintiose feliz al emitir esta idea, a juzgar por la expresión de placer que brillaba en sus ojos.
Después de permanecer allí largo rato, fue a la Virgen de la Paloma, a quien dijo cuatro cosas, y estaba rezándole, cuando sus ojos, al resbalar por el suelo, tropezaron con un objeto que brillaba en medio de los baldosines de mármol. Púsose un momento a gatas para cogerlo. Era un botón. «¡Es blanco y de cuatro aujeritos! Buena sombra» dijo guardándolo.
¡Qué vida extraña! ¡Qué cosas pueden pasarle por el alma a un pobre diablo! pensaba Bonis. La alegoría, que le había salido sin querer de la pluma, estaba bien clara, era la síntesis de su vida presente. En el cielo de sus amores, en la región serena, sobre el océano de sus pasiones en calma, brillaba la luna llena, el amor satisfecho, poético, ideal, de su Serafina.
Jesús, con su nimbo dorado que brillaba entre las sombras reflejando la última y triste claridad de la ventana, y su luenga túnica de infinitos pliegues, extendía las manos hacia ella, clavándole al mismo tiempo una mirada dulce y profunda.
Movida de otro impulso, se quitó la gorra que aprisionaba sus cabellos, que cayeron sobre sus espaldas, ricos, negros, con una mezcla de luz y sombra en su abundancia, comunicándole al rostro todo el encanto de una suave expresión. Jugueteaba en los labios y brillaba en los ojos una tierna y radiante sonrisa, que parecía tener su origen en su femenino corazón.
Por esto y porque en sus manos no brillaba arma alguna, me tranquilicé relativamente. Bajé el bastón, y procurando dar á mis palabras acento de autoridad, les dije: ¡Vaya, vaya; poca guasa! Á ver si me dejáis paso. Tales fueron las voces que salieron del grupo en contestación á mi requisitoria. Al mismo tiempo avanzaron más hacia mí.
Una multitud de chicos de escuela, atraídos por la curiosidad y que no comprendían de lo que se trataba, excepto que les proporcionaba medio día de asueto, la precedía á todo correr, volviendo de cuando en cuando la cabeza ya para fijar las miradas en ella, ya en la tierna criaturita, ora en la letra ignominiosa que brillaba en el seno de la madre.
Palabra del Dia
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