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Actualizado: 20 de julio de 2025
La tercera de las chicas, llamada Jacinta, pescó marido al año siguiente. ¡Y qué marido!... Pero al llegar aquí, me veo precisado a cortar esta hebra, y paso a referir ciertas cosas que han de preceder a la boda de Jacinta. Estupiñá i
Así es que al principio, contrayéndonos al asunto de la boda, no vi sino el lado bueno. Vi que D. Casimiro es un caballero de tu clase, honrado, religioso, prendado de Clarita y deseando hacerla feliz. Vi que, casándose con ella, seguiría ella aquí y no se la llevarían lejos de su madre y de nosotros, que la queremos tanto.
La mujer, que era una doncella de la condesa de Lemos, le llevó á la antecámara de la reina, donde le salió al encuentro doña Catalina de Sandoval. Gracias á Dios que el rey os ha soltado dijo. ¿Y por qué esas gracias? Os esperan. ¿Dónde? En el oratorio de la reina. Pues no adivino. ¿No os ha dicho el rey que vos debéis representarle como padrino de una boda?...
Todas las preocupaciones, todas las miserias, todos los dolores físicos y morales tenían su asiento en aquel rincón del palacio Sanglié; y en París, donde la miseria abunda, no había, quizás, una familia más completamente miserable que la de La Tour de Embleuse que poseía por todo recurso un anillo de boda.
Lo mismo dijo Paco Vélez... Ahí los tienes a los dos tan amartelados en el palco, publicando las amonestaciones... ¡Dice Paco Vélez que ha habido unas historias!... López Moreno sitió a Beatriz por hambre, y entre el embargo y la boda no hubo más remedio que capitular.
Ya está arreglado eso. No necesito los ocho mil reales. Pues aunque no los necesites, quédate con ellos, y tú y don Pablo contad con otros ocho mil más, que os daré como regalo de boda. Dicho esto se fue don Andrés a la calle, no sin besar galantemente, al despedirse, la linda mano que había estado a punto de estrangularle.
Las ballesteras eran de ensalada De glosas, todas hechas á la boda De la que se llamó Malmaridada. Era la chusma de romances toda, Gente atrevida, empero necesaria, Pues á todas acciones se acomoda. La popa de materia extraordinaria, Bastarda, y de legitimos sonetos, De labor peregrina en todo, y varia.
Los concurrentes cantaron, bailaron, bebieron, gritaron; y no faltaron los chistes y agudezas propias del país. La tía María iba, venía, servía las bebidas, sostenía el papel de madrina de la boda, y no cesaba de repetir: Estoy tan contenta, como si fuera yo la novia. A lo que fray Gabriel añadía indefectiblemente: Estoy tan contento, como si fuera yo el novio.
Yo me alegraría muchísimo. Creo que es la única mujer que te conviene. ¡Ay, Julita! exclamó con vehemencia incorporándose un poco. Qué placer me has dado. Hace una porción de días que no pienso en otra cosa. Lo sabía perfectamente... Pero hazme el favor de taparte, porque si te mueres no hay boda, y yo quiero comer dulces a toda costa. Miguel la dirigió una sonrisa de reconocimiento.
Las muchedumbres dejaron de matarse y colgaron las armas gracias a la feliz gestión casamentera de un canciller, que resolvió una vasta y pavorosa tragedia tramando una boda oportuna que acabó con el rencor de dos monarquías y de sus leales súbditos.
Palabra del Dia
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