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Actualizado: 11 de julio de 2025
¡Señorita! contestó el vasco con no menor alegría, cordialidad y sorpresa . ¡Yo que no la había conocido a usted! ¡necio de mí! Ya se ve, son tantos los viajeros que uno lleva y trae y espera y despide en esa bendita estación.... ¡Jesús!
17 porque en su muerte no llevará nada, ni descenderá tras él su gloria. 18 Porque mientras viviere, será su vida bendita; y tú serás loado cuando fueres prospero. 1 Salmo a Asaf. El Dios de dioses, el SE
Lo que me pareció fácil, resulta no ya difícil, sino imposible... Para más contrariedad, delante de esa bendita y maldita mujer, me convierto en el más insípido de los colegiales. ¿Por qué es esto? Y dime otra cosa, idiota, ¿qué tiene esa mona para que de este modo te hayas embrutecido por ella?
¡Oh! allá abajo, en la espléndida abertura de esa ventana, como eres parecida a una estatua, de pie, tu lámpara de ágata en la mano. ¡Oh Psiquis, tu que me has llegado de esas regiones que son la Tierra Bendita!.... Soneto
¡Bendita sea! exclamaron tambien otros labios. Mis amigos de Reus, presumiendo que podia verme en algun apuro, y deseosos de que no me quedara en Francia, me mandaban cien duros á Paris, y otros ciento á Madrid, con el objeto de que me encontrase con recursos á mi llegada.
Después de la misa, el cura se volvió hacia los fieles y rezó por el muerto y por todos los sepultados en el Océano. Entonces los sollozos aumentaron. Luego, el cura se acercó al catafalco a rezar sus responsos y lo roció varias veces con agua bendita. Yo me encontraba amilanado. Al salir de la iglesia, el sol pálido iluminaba el atrio. Irizar y yo nos quedamos a la puerta.
Lo había recogido en la pila de agua bendita junto a la puerta de la Alegría. Todos los años, el día del Corpus, encontraba igual ofrenda en el mismo sitio. Un desconocido dedicaba a la iglesia el primer trigo del año. Debe ser un loco decía el sacerdote . ¿A qué conduce esto? ¿Qué significa este haz? ¡Si al menos fuese una carretada de gavillas, como en los buenos tiempos del diezmo...!
Ya no le valió quitarse la venda, pues apenas veía gota, y le daba tanta pena, que se volvió a las tinieblas, en las cuales su único consuelo era recordar las palabras de Golfín y aquella promesa celestial con que se despedía: «Usted verá, usted verá lo que nunca ha visto», queriendo ponderar así la plenitud de la facultad preciosa que estimamos sobre todas las demás de nuestro cuerpo. ¡Ver!... ¿Pero cuándo, Dios poderoso; cuándo, Santa Lucía bendita?
No podía sufrir que la ropa interior de su hermano fuese en unión con la suya cuando la lavandera la llevaba o la traía. Si aquél le entregaba unos pantalones para que le cosiera un botón, cumplido el encargo corría a su cuarto y se lavaba bien las manos, y aun dicen que se echaba en ellas algunas gotas de agua bendita.
Llegada a la puerta, mojó los dedos en la pila de agua bendita, y como si no pudiera resolverse a un adiós definitivo, volvió a arrodillarse en la nave para rezar de nuevo. Por fin, dejó aquel sombrío santuario, patria de su alma, y cuando la vi marcharse sola con aquella gran pena en su juvenil corazón, tan pequeña, tan débil, no tenía ya gana de reírme de su traje. ¡Pobre niña!
Palabra del Dia
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