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Actualizado: 11 de junio de 2025
Un oficial obscuro de Napoleón, nacido en Mónaco y llegado á general en los tiempos de Luis Felipe, había hecho construir su sepultura en un olivar sobre el barranco de Santa Devota.
En lo más alto de la ladera, donde el barranco no es más que un repliegue del terreno, los pinos, en actitud grave y de hojas casi negras, se ven reunidos como en un concilio.
En una sección de este barranco inmenso era donde trabajaban los hombres para elevar el nivel de las aguas unos cuantos metros, fecundando los campos próximos. Celinda daba gritos para excitar al caballo, como si necesitase comunicarle su alegría. Iba al encuentro de lo que más le interesaba en todo el país.
El devoto Caragòl era iracundo y malhablado como un profeta cuando consideraba en peligro su fe. «¿Quién era el hijo de pulga que se atrevía á dudar de lo que él había visto?...» Y lo que él había visto era la fiesta de los peixets, que se celebraba todos los años, oyendo á doctísimos varones el relato del milagro en la capilla conmemorativa edificada al borde del barranco.
Mi pobre abuelo se cayó desfallecido de hambre, en el barranco de ese puente, y voy al pueblo a pedir auxilio a la guardia civil o a la primera persona caritativa que encuentre. ¿Pero no podemos nosotros socorrerle? contestó Juanito. Mira, la primera casa del pueblo es la mía y allí yo te aseguro que no le faltará nada a tu abuelito.
Sin base ya la nieve del talud y removida por lo alto, empezó a escurrirse hasta el istmo, donde se partía en dos cascadas que desaparecían en el barranco.
Ya sé que has salido muy aprovechado.... No como estos asnillos que para nada sirven. Ni uno solo de estos bribones sacará buey de barranco. El pobre anciano, loco de alegría, se complacía en mirarme, y me abrazaba, y pasaba por mis mejillas sus manos larguiluchas y exangües. Pasa, muchacho; vamos a la sala.... Tengo muchas ganas de platicar contigo. ¿Y tus tías? Como siempre ¿no es eso?
Casi enfrente de un torrente pequeño y murmurador, que salta alegremente de piedra en piedra para sumarse á la bastante considerable cantidad de agua del arroyo, se abre un barranco de rápida pendiente y seco con frecuencia.
¡Ah! qué forzuda sois, ¿eh? repuso Silas, mientras que Eppie, a quien los brazos le dolían, los sacudía riendo . Vamos, vamos, no volváis a alzar piedras y venid a sentaros conmigo junto al barranco. Podríais lastimaros, hija mía. Necesitaríais de alguien que trabajara por vos, y mi brazo no es ya bastante vigoroso.
Hoy día, en general, riqueza es sinónimo de nulidad moral, de egoísmo y de mediocridad perfecta; a lo más significa refinada astucia; en suma, una cualidad criminal punible.» Si tan feos rasgos son exactos, si es así la sociedad presente, o bien no vamos por el camino del progreso, o bien hemos caído, con el carro que nos conduce, en un barranco o atolladero de todos los diablos.
Palabra del Dia
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