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Actualizado: 9 de junio de 2025
Mírala sentada y pensativa hora tras hora, ó paseando por la terraza del castillo, olvidada de su halcón, de Trovador y de la caza. Sospecho, amigo Roger, que tanto estudio y tanta ciencia como tú le enseñas sean tarea demasiado pesada para ella, que poco ó nada estudiaba antes, y la preocupen y aun puedan llegar á enfermarle el ánimo y el cuerpo. Orden es de la baronesa, su señora madre....
Ana Isabel Sohönmann inspira a Goethe las lindas composiciones A Lilí y tal vez es ella quien le deja. A la Baronesa de Stein rindió Goethe un culto espiritual de amistad y de estimación, y, ya en todo el goce de su celebridad la hizo juez del mérito de sus obras e inspiradora de algunas.
Para que nada faltase a la baronesa, tenía el don de hacerse cargo rápidamente de los menores matices de lenguaje; de ahí que no le pasaran por alto ni una sola de las impertinencias corteses ni de las vengadoras ironías de que la venía haciendo blanco su lectriz.
Pierrepont, que tal vez sin motivo no tenía muy alta opinión de las femeninas virtudes, alababa con calor las de la señora de Aymaret, de lo que la baronesa venía a deducir, con mundana lógica, que era su amante.
Hemos concluído por estar de acuerdo, porque ésa es, en suma, mi opinión». Sin embargo, la baronesa consiguió ampliamente obtener el fin que se propusiera: había hecho como esos insectos cuya picadura imperceptible, sin ser precisamente mortal al pronto, deja en el organismo una perturbación tan profunda como quizás incurable.
Parece ocioso añadir que nadie creyó esto, ni aun el que lo afirmaba; pero, como a todos les tenía sin cuidado la baronesa, no se insistió sobre ese punto, y así, el marqués, después de prodigar sus alabanzas al esbozado retrato, que en efecto prometía ser una obra maestra, se despidió de los recién casados.
Osorio se apresuró a ofrecer el brazo a la baronesa de Rag y rompió la marcha hacia el comedor seguido de todos los convidados. Cerrando la comitiva iba el barón conduciendo a Clementina. Los criados esperaban puestos en fila con la servilleta al brazo, capitaneados por el maître. Osorio fué designando a cada invitado su puesto. No tardaron en acomodarse todos.
En efecto, corriendo hacia ellos venía un oso negro enorme, de terrible aspecto, entreabierta la boca y con un trozo de cadena atado al cuello. En dos saltos se puso Tristán al lado de la baronesa, á quien levantó en sus brazos como si fuera una pluma, y con ella corrió rápidamente fuera del camino, hasta llegar á unos árboles vecinos.
Ya te he dado la escarcela, Roger, continuó impávida la baronesa, para evitar que tu señor se quede sin blanca desde los primeros días de marcha. Mucho cuidado con el dinero. Los borceguíes bordados de oro son exclusivamente para el día que el barón se presente á nuestro gracioso soberano, ó al príncipe su heredero, y para las reuniones de los nobles.
¡Jesús, que café, capitán! dijo Bertita, haciendo un gracioso mohín de desagrado al saborear el negro líquido que humeaba en la taza: nunca podré acostumbrarme á estos brebajes recordando el Moka que se tomaba en casa del Ministro, el primo de este. Pues no digo á ustedes nada, del que se servía en la embajada de Rusia, ni el que se daba en las soirées de la Baronesa: ¡Jesús, Jesús, qué país!
Palabra del Dia
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