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Actualizado: 3 de junio de 2025
Este valiente oficial, cuyo nombre no está en la Historia, se disfrazó de arriero, y en una fatigosa jornada supo desempeñar muy bien su comisión, volviendo por la noche a decir que Vedel había pasado ya más allá de La Carolina. Así andaban las cosas cuando nos preparábamos a salir de Bailén al amanecer del 19.
Después de haber perdido de vista a los enemigos, continuamos la marcha hacia Bailén, si bien con mucha cautela, pues había la presunción de que los franceses, reforzados con gran número de tropas, caballos y artillería, se nos presentarían de nuevo en mitad del camino, sorprendiéndonos en nuestra triunfal carrera. Así fué, en efecto.
De todos mis furores tiene la culpa la penilla negra, y de la penilla negra que hay en mi corazón, bien me sé yo quien tiene la culpa. Aquí intervino doña Ramona y dijo: Ea, hermano, déjate de sermones que aquí no hemos venido a sermonear sino a divertirnos. Ya se enmendará Curro y se pondrá más suave que un guante. D. Antonio, rasguee usted esa guitarra y que bailen el fandango estas niñas.
Cuando entramos en Bailén, ya muy avanzada la noche, nos sorprendió mucho el no ver ninguna fuerza francesa a la entrada del pueblo para disputarnos el paso. ¿Adónde habían ido los franceses? ¿Qué les pasaba, cuando ni por precaución dejaron allí un par de batallones para guardar punto tan importante?
Después de detenernos a orillas del Guadalimas, parte del ejército se entretuvo en marchas incomprensibles, y empleando en esto más de un día, nos encontramos de nuevo sobre Menjíbar al anochecer del 18, punto al cual había llegado horas antes la división del marqués de Coupigny. Reunidos ambos ejércitos, no hubo allí más parada que la precisa para recoger las provisiones de que estábamos tan escasos, y ya muy de noche emprendimos el camino de Bailén.
En tanto, los insurgentes, replegados a la orilla izquierda, como he dicho, fingíamos un movimiento hacia Linares; pero en cuanto cerró la noche, los insurgentes caminamos a marchas forzadas hacia Bailén. Por eso en este pueblo nos decían: «Por aquí pasó Vedel esta mañana en dirección a La Carolina, para impedirles a ustedes que cortasen el paso de la sierra. ¿No ibais hacia Linares?»
Inés, no indiferente a mi presencia, según comprendí, pero tampoco sorprendida, debía saber que yo estaba allí. ¡Ah! exclamé con despecho para mis adentros . La muy pícara aunque la llamaron, no bajó hasta que vino el maldito inglés. Doña María me presentó ceremoniosamente a ella diciendo: A este caballero le conocimos en nuestra casa de Bailén cuando la célebre batalla.
¿Pero qué estrategia es ésa, ni a qué conduce atacar a Bailén? dijo Santorcaz, atrayendo en su alrededor un círculo de soldados . ¿No dices que la división Vedel salió de Bailén y está ya sobre Andújar? Sí; así lo decían en Villanueva. Pues si no hay enemigos en Bailén, ¿qué es eso de atacar a Bailén?
Llega Vedel a Bailén creyendo encontrarnos, y los franceses que quedaron allí le dicen: «Quía, los insurgentes han repasado el río y van por Linares a ocupar el paso de la sierra; pero el general Ligier-Belair, que ha comprendido el juego, ha marchado en seguida a ocupar La Carolina, de modo que cuando lleguen los españoles, creyendo haber hecho un movimiento de primer orden, se lo encontrarán allí.» Vedel oye esto y dice: «Han ido a cortar el paso de la sierra para impedirnos la retirada y matarnos aquí de hambre y sed.
Nosotros creíamos que sí, a menos que Castaños no aguardase para atacar enérgicamente a que la primera y segunda división cayeran sobre la espalda del ejército de Dupont, bajando desde Bailén. ¿Era éste el objeto que nos guiaba en nuestra marcha? Parecíanos que sí.
Palabra del Dia
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