Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 18 de junio de 2025


Sintió curiosidad y sorpresa, se levantó y encaminó sus pasos hacia la salita donde tenían las camas, y vió á Soledad inclinada sobre el baúl, apretando la ropa con las manos. ¿Qué haces? ¿No lo ves? El baúl replicó ella con voz firme sin volver la cabeza. El guapo quedó suspenso un instante. ¿Para marcharte? Eso mismo. Nueva pausa. Bien, hija.

Voy cumpliéndolas... ¡es la verdad!... en el fondo de este baúl que se llama Melchor Astul... en el fondo, es decir, en la conciencia, no guardo ningún agravio... ninguna ofensa... ningún remordimiento... he hecho todo el bien que he podido... y sigo haciéndolo... he pasado por tonto muchas veces; pero no he sentido envidia por quienes me consideraron así... y ahora mismo sigo mi viaje de buenas intenciones... y lo seguiré hasta el fin... ¡hasta que el baúl se rompa!... o hasta que se acabe todo lo que tiene adentro... o lo roben los hombres... ¡o lo ensucie el uso!...

Petra, dejándose adorar, adoptó cierta actitud protectora y maternal. Se interesó vivamente por todo lo que a Miguel concernía, revolvió su baúl, contó las camisas y los pañuelos, fue depositaria del dinero que le daban, en una palabra, se hizo cargo por completo de la dirección de sus negocios, tanto morales como económicos.

Por tres reales le daba cama de a peseta, y en obsequio a la excepcional decencia del parroquiano, por sólo un real de añadidura le dejaba tener su baúl en un cuartucho interior, donde, además, le permitía estar una hora todas las mañanas arreglándose la ropa, y acicalándose con sus lavatorios, cosméticos y manos de tinte.

Y revolviendo en el fondo del baúl, entre mil baratijas y líos de trapos, sacó la sisona doce duros y medio y los dio a su ama diciéndole: «Es todo lo que tengo. No hay más: puede creerlo; es tan verdad como que nos hemos de morir». No podía remediarlo. Descontaba su propia caridad, y sisaba en su limosna.

Los equipajes ya están cargados, niño; pero, ¿sabe?... el baúl grande no puede ir en este tren; pero va más tarde. ¿Por qué? No qué me dijo el jefe, de que no hay furgón de encomiendas, porque dice que es rápido de pasajeros. Traiga la valijita. Toma, ¿y dónde está Melchor que no lo veo? Ahí viene con D. Ricardo.

«Es muy particular gruñía la viuda, registrando el baúl, después del reconocimiento minucioso que en la cómoda hizo . ¡Y no se comprende que siendo él tan rico y ella una pobre...!». El baúl, que sólo contenía ropas viejas, no dio tampoco nada de . «Pues tiene que haber algo... rezongó la señora , tiene que haber algo. En alguna parte está el escondrijo. Dinero hay, o no hay dinero en el mundo».

Enorme baúl mundo guardaba, con sospechosa discreción, mil especies de arreos diversos, los unos antiguos, retocados o nuevos los otros, todo a medio hacer, revelando la súbita interrupción del trabajo por la presencia de testigos importunos.

Fortunata seguía en el cuarto de la ropa; mas adelantaba muy poco en el arreglo de su equipaje, porque a lo mejor se quedaba inmóvil, sentada sobre un baúl, mirando al suelo o a la vela, que ardía con pábilo muy larguilucho y negro, chorreando goterones de grasa. Desde que empezó a faltar, no había sentido remordimientos como los de aquella noche.

Jacinta, cúbrele los brazos. Bueno, bueno, ya están metidos los brazos. ¿Los meto más? Eso es, se empeñan en que me ahogue. Me han puesto un baúl mundo encima. Jacinta, quita jierro, que el peso me agobia... Pero, chica, no tanto; sube más arribita el edredón... tengo el pescuezo helado. Mamá... lo que digo, hacen las cosas de mala gana. Así no me pongo nunca bueno.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando