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Actualizado: 11 de julio de 2025
El caso era bien claro: ¿con qué cara mi tío contaría a mamá que yo me había suicidado para evitar que él me pegara? Pasaron diez minutos. ¡Alfonso! sonó de pronto la voz de mamá en el patio. ¿Mercedes? respondió aquél tras una brusca sacudida. Seguramente mamá presintió algo, porque su voz sonó de nuevo, alterada. ¿Y Eduardo? ¿Dónde está? agregó avanzando. ¡Aquí, conmigo! contestó riendo.
A causa de la guerra, habían tenido que ensancharlo con varias mesetas formando escalinata, y desde estas explanadas se abarcaba un paisaje magnífico: Monte-Carlo y Mónaco á vista de pájaro, Cap-Martin avanzando sobre las olas, y el infinito del mar subiendo y subiendo, hasta confundirse con el cielo.
Algo tranquilizó á Clara el verse libre de aquel malvado; pero al pensar que no había podido adquirir noticia alguna de lo que buscaba; al verse en aquel callejón estrecho y obscuro, donde no aparecían indicios de vivienda humana; al considerar que por un extremo podía aparecer un hombre y por el otro extremo otro, avanzando hacia el centro y cogiéndola entre los dos, fué tal su pavor, que estuvo á punto de caer al suelo sin sentido.
Los de la primera fila hicieron gran destrozo; pero a los de la segunda nos costó más trabajo, porque avanzando demasiado los delanteros, quedamos envueltos por la infantería, lo cual atenuaba un poco nuestra superioridad. Sin embargo, destrozábamos pechos y cráneos sin piedad.
En su fuga encontró otro picador, repitiendo el salto, el bufido y la huida. Luego tropezó con el tercer jinete, el cual, avanzando la garrocha, le picó en el cuello, aumentando con este castigo su miedo y su velocidad.
Llovía una tarde; el cielo plomizo parecía rozar los tejados de las casas; en el salón había una luz difusa de bodega. Tocaban casi a tientas, avanzando las cabezas para leer en la mancha blanca de la partitura.
Avanzando en la miseria hosca, en la confidente soledad que le era tan amable; eterno trashumante, muerta su mujer, la dulce Virginia, esa bella sombra añorante que pasa por los versos de El Cuervo, esa «incomparable y deslumbradora doncella que los ángeles llaman Leonor», errando, pues, por el mundo, llegó a Baltimore la noche antes de unas elecciones de diputados.
Materne dijo que era preciso subir lo más alto que fuese posible, con el objeto de dominar la llanura para adquirir noticias ciertas que llevar al vivaque, pues todas las habladurías de los fugitivos no valían lo que una simple ojeada al terreno. Kasper y Frantz estuvieron conformes, y comenzaron los tres a trepar por el monte, que forma una especie de promontorio avanzando dentro de la llanura.
¡Nuestra pobre amiga! exclamó otra vez la Baronesa, tendiéndole la diestra, cual si quisiera confortarle, infundirle valor. ¡Quién lo habría dicho!... ¿No parece un sueño?... ¡Pobre, pobre amiga!... Matarse así... Pero el joven se repuso, y avanzando un paso más dijo con fuerte voz: No. Un movimiento de inquietud y estupor pasó por entre los presentes.
Arrojó violentamente á sus espaldas el cortinaje, y fué avanzando por la biblioteca como una invasión arrolladora. Sus ojos parecieron desafiar á Robledo. ¿Qué es lo que me cuenta Federico? dijo con voz áspera . ¿Quiere usted llevárselo y que deje abandonada á su mujer entre tantos enemigos?...
Palabra del Dia
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