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Actualizado: 11 de julio de 2025
En este momento el perro de á bordo empezó á ladrar furiosamente, anunciando la presencia del capitán y al mismo tiempo el peligro. Abandonó el abrigo de una colina de carbón, avanzando por un terreno descubierto. Concentraba toda su voluntad en el deseo de llegar á su barco cuanto antes. Brilló una corta llama, seguida de una detonación. Ya disparaban contra él.
Tuvieron varios encuentros con los franceses, hasta que Soult, que salió en persecución de Moore, encontró á los guerrilleros y les hizo retroceder hacia Valladolid; de allí siguieron avanzando hacia el Norte y llegaron hasta Astorga. Elías se quedó en Sahagún con unos cuantos hombres, dispuestos á organizar allí una partida considerable que hostilizara á Ney en su salida de Galicia.
Fué avanzando solemnemente sobre la mesa, y detrás de sus pasos todo el acompañamiento final de graves doctores, que no ocultaban las arrugas y las canas de sus rostros matroniles. El profesor Flimnap corrió á colocar en el centro de la mesa un sillón, que era el mismo que él había ocupado al dar al gigante su lección de Historia.
Cada uno de ellos tenía quince brazas de largo. Mientras charlaban, la chalupa, dirigida por el viejo piloto, que no abandonaba la caña del timón, seguía avanzando por el golfo de Carpentaria, dirigiéndose constantemente al Nornoroeste.
Los fusileros y algunos pocos soldados armados con sables, trabaron el combate, y peleaban llenos de ardor, avanzando apresuradamente con la mayor bizarria: pero eran pocos para no ser confundidos y derrotados en la eminencia por la multitud que los esperaba.
Lo conocí en Nápoles, ocupado en buscar por todas partes á su padre. ¡Ah!... Ulises lanzó esta exclamación avanzando el cuello violentamente, como si quisiera despegar su cráneo del resto del cuerpo. Los ojos se le salían de las órbitas. El padre continuó el joven manda un buque... Es el capitán Ulises Ferragut.
¡Qué cena, señor Cornelio!; ¡chuletas deliciosas, como las del cerdo!; ¡cosa algo mejor que las palomas a que ibais a tirar! Avanzando por entre las lianas, llegó Cornelio hasta donde yacía el animal, que estaba completamente inmóvil.
No pudo conseguirlo; pero adivinó que su bote se deslizaba sobre una extensión acuática que sólo tenía algunos metros de profundidad. Media hora después, al volver á hundir el remo, creyó tocar una roca; pero siguió avanzando mucho tiempo, sin que la quilla del bote rozase ningún obstáculo.
No tuvo tiempo mas que para gritar: «¡A las armas!... ¡Estamos cercados!... Me envía Jerónimo...; Labarbe ha muerto... Los alemanes han pasado el Blutfeld.» ¡Era un valiente! murmuró Catalina. Sí, era un valiente contestó Frantz inclinando la cabeza. Quedó todo en silencio, y el trineo siguió avanzando por el valle tortuoso durante un largo espacio de tiempo.
¿Por qué no sigues cantando? Porque no tengo ganas. ¿Soy yo quien te las quito? Quizá. Hubo una pausa. Plutón dijo avanzando un paso hacia ella: Pues más que las rosquillas de Santa Clara bañadas de azúcar, más que el vino de Rueda y el aguardiente de sobre-mar me gusta oirte á ti... ¡Canta, Demetria! Te digo que no tengo gana... ¡No te acerques! Y retrocedió algunos pasos asustada.
Palabra del Dia
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