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Actualizado: 12 de julio de 2025


Sentía deseos de sollozar. Acaso esto hubiera aliviado su corazón, pero el orgullo dominaba sus lágrimas, las obligaba a volverse atrás cuando querían salir. Largo rato paseó por la estancia sin detenerse, con el rostro pálido, los ojos secos y febriles, la frente dolorosamente fruncida. A la puerta oyó los leves aullidos del perro que quería entrar. Fue a abrirle.

Á estos gritos desgarradores respondían lúgubremente los aullidos del perro que daba vueltas en torno de la hoguera, espantado y trémulo. Un espectador se desplomó y cayó con ruido sordo sobre el césped. Todos acudieron á aquel sitio. Era el señorito Octavio que se había desmayado. Inmediatamente que lo levantaron recobró el conocimiento.

Una prueba, capitán... aunque no fuesen más que esos horribles aullidos... ¿cree usted que un hombre ordinario puede gritar de esa manera?... ¿quién quiere que sea más que el condenado? Se trataba del desgraciado buey, que, presintiendo su fin, mugía lamentablemente. La verdad es, Santiago repuso el capitán estremeciéndose , que ni usted ni yo pediríamos socorro de esa manera.

A los aullidos del perro no tarda en presentarse algun caiman, mostrando primeramente sobre el agua las órbitas salientes de sus ojos y la estremidad del hocico: permanece desde luego algunos instantes en observacion, y con la vista clavada en su presa; en seguida se zambulle para reaparecer sobre la orilla, donde se arrastra lentamente hácia el pobre perro, que, magnetizado por tan terrible enemigo, queda sin movimiento, algunas veces tiembla, otras, en fin, hace los mas violentos esfuerzos para romper las cuerdas que lo sugetan, y escapar á la horrenda boca que se abre para tragarlo.

Tomasito, al que se suponía en necesidad permanente de reposo, no debía ser estorbado por ruidos molestosos, así es que la gritería y los aullidos tan connaturales a los habitantes del campamento, no fueron permitidos al alcance del oído de la casa de Edmundo.

Batiste, dándose cuenta de su situación, calló asustado por haber incurrido en multa, mientras sonaban al otro lado de la verja las risas y los aullidos de alegría de sus contrarios. Quedó inmóvil, con la cabeza baja y los ojos empañados por lágrimas de cólera mientras su brutal enemigo acababa de formular la denuncia. Parle vosté le dijo el tribunal.

Gritaba la afligida mujer, como por muda no podía dar voces, daba aullidos y entonces el simple le acuchillaba, diciendo: Vengan y verán cuál pongo al diablo." Creer que Dios permitió semejante infamia, es un grosero insulto a Dios.

171 Sólo se oíban los aullidos de un gato que se salvó; el pobre se guareció cerca, en una vizcachera: venía como si supiera que estaba de güelta yo. 172 Al dirme dejé la hacienda que era todito mi haber; pronto debíamos volver, sigún el juez prometía, y hasta entonces cuidaría de los bienes, la mujer.

Los perseguidores lo presumían; pero como dentro del monte, el que ataca tiene cien probabilidades contra una de ser detenido por una bala en mitad de la frente, el capataz se contentaba con salvas de winchester y aullidos desafiantes. Por lo demás, los tiros errados hoy habían hecho lindo blanco la noche del jueves... El peligro había pasado. Los fugitivos se sentaron, rendidos.

Amohinábase el perro, y, dando ladridos y aullidos, no paraba en tres calles. Sucedió, pues, que, entre los perros que descargó la carga, fue uno un perro de un bonetero, a quien quería mucho su dueño.

Palabra del Dia

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