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Actualizado: 12 de julio de 2025
Rápidamente hizo fuego, y a los aullidos transpasantes del animal arrastrándose sobre las patas traseras, tuvo un fugitivo sobresalto, que no pudo explicar y se desvaneció en seguida. Llegó hasta el lugar, pero el perro había desaparecido ya, y entró de nuevo. ¿Qué fué, papá? le preguntó desde la cama su hija. ¿Un perro? Sí repuso Cooper colgando la escopeta. Le tiré un poco de cerca...
A su aparición estalló una salva de toses y estornudos y gritos y aullidos. El indiano alzó la cabeza y paseó su mirada atónita por aquella muchedumbre descompuesta que le sonreía, sin comprender la razón. Tardó poco, sin embargo, en darse cuenta de que era víctima de un bromazo. Sus ojos se clavaron entonces feroces en el concurso, y exclamó con un desprecio que nada tenía de fingido: ¡Méndigos!
Doña Lupe le rogó varias veces que fuese a ver a Maximiliano, que continuaba encerrado en su cuarto, y le daban la comida por un tragaluz, no atreviéndose a entrar ni la señora ni Papitos, porque los aullidos que daba el infeliz eran señal de agitación insana y peligrosa.
Sin embargo, estaba desvelado. Oí el viento que barría de arriba abajo la montaña, agitaba las ramas de los melancólicos pinos, entraba luego en la casa y forcejeaba en todas las puertas y ventanas del edificio. Fuertes corrientes de aire esparramaban a menudo mi cabello sobre la almohada con extraños aullidos.
Las desmelenadas walkyrias, vírgenes sudorosas y oliendo á potro, empezaban á galopar de nube en nube, azuzando á los hombres con aullidos, para llevarse los cadáveres, doblados como alforjas, sobre las ancas de sus rocines voladores. La religiosidad germánica continuó el ruso es la negación del cristianismo. Para ella, los hombres no son iguales ante Dios.
Ya se había ocultado el sol, dejando en el horizonte una barra roja entre vapores flotantes de oro mortecino. Otras dos gotas enormes de llanto vinieron á caer sobre la cubierta del improvisado ataúd. Mientras tanto, Ra-Ra lanzaba continuos lamentos, iguales á los aullidos de una bestezuela herida muy lejos ... muy lejos.... ¡Adiós, Margaret! murmuró Edwin.
El pañuelo arrastrado por el remolino de las cascadas, fué llevado á las malezas espinosas que se veían un poco más lejos en la superficie del agua. Mervyn fué á buscarlo, pero nos sorprendimos muchísimo al verlo de pronto revolverse convulsivamente, soltar su presa, y levantar la cabeza hacia nosotros arrojándonos lamentables aullidos. ¡Ah, Dios mío! ¿qué tiene? exclamó la señorita Margarita.
De repente, uno de los cosacos dejó escapar una exclamación gutural, que recorrió toda la línea. ¡Nos han descubierto! gritó el doctor Lorquin sacando el sable. Apenas había pronunciado estas palabras, doce disparos iluminaron el sendero de un extremo al otro, y verdaderos aullidos de salvajes contestaron a las detonaciones.
En cuanto comenzaba el dulce son acordado, Talín se sentaba sobre las patas traseras, alzaba sus ojos al cielo clamando venganza y despedía de su boca tan horribles, fatídicos aullidos que el mayordomo indignado, no atreviéndose á castigar la insolencia, desarmaba con violencia la flauta y jurando amenazas la guardaba en el bolsillo. Trascurrieron bastantes días. Flora no pareció por Entralgo.
Ateniéndonos á esos relatos de hombres dignos de crédito, me parece que no ha debido rechazarse con irrisión el de Dionisio de Monforte, que atestigua haber visto un enorme pulpo azotar con sus látigos eléctricos, estrujar, asfixiar á un dogo á pesar de los mordíscos con que éste se defendía, de sus esfuerzos, de sus aullidos de dolor.
Palabra del Dia
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