Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de junio de 2025
Los pensamientos todos, que durante años la atormentaban, y que hacía más de treinta horas habían cobrado mayor brío, se barajaron en tumulto; se rebelaron contra la voluntad, se hicieron independientes de ella, rompieron todo freno; y, buscando y hallando maquinal é instintivamente palabras adecuadas en que formularse, salieron del pecho en descompuestas voces.
¿Quién sabe los extraños y tristes pensamientos que atormentaban a doña Luz, cuando entró en el cuarto donde el padre estaba en cama; en el cuarto mismo que ella había ocupado hasta que se casó y donde había dormido durante más de doce años? Silenciosa y grave llegó doña Luz hasta la cabecera.
Transida el alma de dolor por el trágico fin de Urbási y por la mortífera lucha que había sostenido, Morsamor huyó de la India, como para librarse de los malos espíritus que le acosaban y le atormentaban. Como Orestes, perseguido por las Furias, caminaba Morsamor sin saber casi hacia dónde caminaba. Confiado en él y en su ventura, le seguía su valiente tropa.
Tenía alucinaciones; algunas noches, cuando cerraba los ojos molestado por la luz reglamentaria, a la que en catorce meses no había podido acostumbrarse, le atormentaba la estrafalaria idea de que, durante el sueño, sus enemigos, aquellos que querían matarle y a los que no conocía, le habían vuelto el estómago del revés. Por esto le atormentaban con crueles pinchazos.
Muy pronto se cumplió su anhelo; pero antes, movido por sentimientos que llenaban su espíritu, que le atormentaban y que acabaron por desbordarse, hizo a Tiburcio, que sobre todo le interrogaba, confidencias que jamás a nadie había hecho y que en cifra declararemos aquí.
Transpórtanos luego el poeta al próximo castillo de Doña Blanca, esposa de D. Martín; llega á él un campesino y dice que en las cercanías se ha visto á una señora desdichada, á quien atormentaban los dolores del parto; mandan buscarla, y pronto regresa un criado con el Príncipe recién nacido, y cuenta que la madre del niño, al oir el nombre de la esposa de D. Martín, se ha ocultado en lo más espeso del monte.
Don Braulio trabajaba como un negro en su oficina, pasaba por un empleado probo e inteligente y no descubría sus humos de genio o semigenio sino con el mayor sigilo y a su amigo más íntimo. Su teoría orgullosa le servía de consuelo, o al menos de alivio, en ciertas amarguras y sospechas, que le atormentaban cruelmente, sin que sepamos aún hasta qué punto doña Beatriz había dado motivo para ello.
Tales eran las inquietudes que atormentaban al Capitán y a Van-Horn, más prácticos que los otros en cosas de mar. Con todo, no perdían el ánimo, y para no asustar a sus jóvenes compañeros, trataban de parecer tranquilos y confiados. El junco estaba perdido, y se hacía absolutamente preciso abandonarlo cuanto antes.
Mucho cuidado con Magdalena me decía en medio de una angustia en la cual se destacaban perspicacias que me atormentaban. Después, enjugaba sus mejillas con rabia, y me culpaba de aquel exceso de invencible debilidad contra la cual se rebelaban los vigorosos instintos de su naturaleza. También tiene usted la culpa de que yo llore. Vea qué sereno está Oliverio.
Pero la atormentaban el recuerdo del pasado del marqués y el atolondramiento que mostraban sus hijas al hallarse en presencia de los jóvenes; sus voces y gestos desgarrados, que eran como un eco de lo que habían oído en la casa paterna. A la noble señora le indignaba todo lo que pudiese alterar la armonía majestuosa de su existencia y de su salón.
Palabra del Dia
Otros Mirando