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Actualizado: 11 de junio de 2025
Melisa tenía la cara lívida, pero su excitación había desaparecido y su mirada era como la de una persona a quien algún suceso, por largo tiempo esperado, hubiese acontecido; expresión que al maestro, en su atolondramiento, le parecía casi como de alivio. Allí delante aparecía una cabaña cuyo techo aguantaban dos maderos apolillados.
Visitación se complacía en adivinar la cólera del Provisor y le abrumaba a chistes, y le mareaba con aquel atolondramiento «que a él se le ponía en la boca del estómago». Pero, señoras mías dijo De Pas hablemos con formalidad un momento. ¿Qué? ¿cómo se entiende? ¿quiere usted recoger velas, que se desdiga S. I.? Creo, que... ¡Nada, nada! La palabra es palabra.
Durante algunos minutos, orquesta, matronas y parejas ejecutaron a mis ojos una danza sin nombre, y para no caerme, tuve que sujetarme de las colgaduras que me ocultaban. Cuando me repuse de aquel atolondramiento, el brillante salón me parecía velado por un crespón negro, y con gran sorpresa de Juno, fui a rogarle que nos fuéramos inmediatamente, sin aguardar el cotillón.
Este estado grave es precedido de ansiedad, de timidez, de irresolucion, aversion al trabajo, desesperacion, deseo de la muerte é irascibilidad á veces. Hay vértigos, atolondramiento; se observan dolores tensivos, congestivos, quemantes en la cabeza y otros puntos, con agravacion por la noche, por la tarde, al aire libre y por el frio.
El pobre animal retrocedia, avanzaba, ladraba, se mordia á sí mismo, chillaba, gruñia, y cuanto más se meneaba, más se encendia la lana. El amo le llamaba, y queria apagar el fuego, pasando el baston á raíz de la piel; pero el palo le lastimaba las quemaduras, y el perro aturdido hacia ademan de morder al amo, con una rabia y un atolondramiento indefinibles.
En un instante y andando con toda la prisa que permitía la oscuridad de la casa, bajamos, abrimos las puertas y nos encontramos en la calle. ¡Ay! exclamó al ver cerrar por fuera la puerta . En mi atolondramiento se me olvidaba, al querer salir, que no tenía llaves para abrir la puerta. Pero ¿a dónde vas tú, a dónde vamos? Corramos dijo aferrándose a mi brazo. ¿A dónde? A la casa de lord Gray.
Véase pues qué importancia se puede dar á lo que diria un niño con el atolondramiento propio de su edad, hallándose en una situacion tan nueva y tan extraña, y habiendo de expresarse en una lengua que ignoraba.
La animación estaba en los grupos de alborotadores antes citados. «Allí no se respetaba nada ni a nadie» decían los viejos del rincón. Aunque estaban a dos pasos de ellos, rara vez se mezclaban las conversaciones. Los ancianos callaban y juzgaban. ¡Qué atolondramiento! dijo un venerable en voz baja. Observe usted, le respondieron que rara vez hablan de intereses reales de la provincia.
Y levantó su puño amenazante contra su hermana. Pero al ver la extraña figura que presentaba Miss con sus pegotes de merengue y corriendo medrosa, una carcajada de atolondramiento hinchó su lindo cuello, y como si nada hubiese sucedido, se agarró del talle de Concha, dándola un sonoro beso. ¡Qué gracioso...! ¿eh? ¡Qué cara va a poner mamá cuando la vea entrar en el salón con esa facha...!
Pero la atormentaban el recuerdo del pasado del marqués y el atolondramiento que mostraban sus hijas al hallarse en presencia de los jóvenes; sus voces y gestos desgarrados, que eran como un eco de lo que habían oído en la casa paterna. A la noble señora le indignaba todo lo que pudiese alterar la armonía majestuosa de su existencia y de su salón.
Palabra del Dia
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