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Actualizado: 9 de junio de 2025
Por dicha, yo tengo un atajo, una trocha, un sendero recóndito y breve, por donde llego, no ya a la inteligencia y a la causa, sino más hondo: por donde llego al Uno. Me abstraigo de todo lo exterior; echo a un lado sentidos y potencias; borro imágenes de la fantasía; cubro con niebla densa todo lo escrito en la memoria; y, hundiéndome en el abismo del alma, hallo al que es.
No acababa el buen Lucas de echar los ojos por todas partes, donde veía nuevas delicias y bellezas; y hubiera querido detenerse algún tanto aquí ó pasar adelante, pero le atajó sus designios y embarazó su gusto un escuadrón de espirítus bienaventurados; y el más autorizado entre ellos que en el aire del semblante, en la majestad de sus pasos y en la cruz resplandeciente que traía, creyó era príncipe de la milicia celestial; el cual, volviéndose á mirar á Lucas, le dijo con palabras algo severas: ¿Y tú? ¿Cómo estás aquí? ¿Te has confesado?
Luego pintaba á todos los políticos, desde el más alto al más obscuro, como un atajo de pilletes, y les sacaba la cuenta, al céntimo, de cuanto habían rapiñado... Platicaban mucho también de reformas urbanas, y como Bailón había estado en París y Londres, podía comparar.
Todo consistía en ser buen hijo, en dejarse guiar por ella, la que mejor le quería en el mundo... Ahora diputado y después, cuando volviera de Madrid, a casarse. No faltarían buenas muchachas, educadas con el temor de Dios, y además millonarias que se darían por contentas siendo su mujer. Rafael la atajó con una débil sonrisa.
A veces un rayo luminoso pasaba entre el follaje y hacía temblar sobre el libro una medalla de sol. Aquella sombra le sabía a la frescura barrosa que el agua conserva en las alcarrazas. De pronto un rumor de pasos acelerados le hizo levantar la cabeza. Miró. Era Medrano corriendo por el atajo en dirección al caserío. ¿Dónde vais? gritole. El escudero indicó con breve ademán que le siguiese.
Pero con grave dolor de los curiosos, ó no terminó Acosta su obra porque la muerte le atajó los pasos, ó si le dió dichoso fin, aun no ha sido encontrada. La obra de Cristóbal de Acosta fué luego traducida en lengua italiana con el título de Noticia de las drogas de la India, i publicada en Venecia el año de 1585. Tambien fué traducida en lengua francesa por Antonio Collin.
La inexperiencia, y sobre todo los bríos de la juventud, daban a las muchachas resolución; pero osaron atravesar el campo por un atajo para evitar los recodos de la calle Mayor, y la risa expiró en sus labios y las lágrimas comenzaron a apuntar en los ojos de Carolina. Retrocedieron, y al llegar al camino, estaban abrumadas de fatiga. Volvámonos dijo Carolina.
Al darse cuenta don Jacobo del sudor que bañaba los costados de su caballo tordo, refrenó, al fin, su velocidad, e introduciendo al animal por un sendero que servía de atajo, tomó un trote corto, dejando colgar con descuido las riendas de sus manos. A medida que adelantaba el camino, variaba el aspecto del paisaje, haciéndose más pintoresco.
Nuestro hombre resolvió cortar por el atajo y, abocándose con el carcelero, le pidió resueltamente que lo dejase salir por un par de horas, empeñándole palabra de regresar a la prisión antes de que expirase el término fijado. El carcelero reflexionó que la palabra de honor no es cosa para empeñada, pues sobre tal prenda no desata un usurero los cordones de la bolsa, y dijo rotundamente que nones.
Al fin y al cabo, ninguna obligación tienen de andar juntos por todas partes; y sin duda por eso, el camino, sin trabas ni impedimentos, como el río, que le obliguen a descender continuamente y por determinado canal, a lo mejor se echaba por un atajo cuesta arriba, gozándose después en saludar desde la loma del cerro pedregoso a su arrastrado compañero, que sudaba la gota gorda para abrirse paso en los profundos de un vallecito angosto, entre alisales, guijarros y mimbreras.
Palabra del Dia
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