United States or Zimbabwe ? Vote for the TOP Country of the Week !


Los delincuentes, viendo que no se podían escapar de la furia de aquel valeroso cacique, llamaron en su favor á los Guaycurús; pero con todo eso los acometió Quatí con grande valor, y á la primera embestida mató á no pocos de los cómplices; los otros, no pudiendo resistirle, se entraron huyendo por las selvas, y por mucho tiempo no osaron salir de ellas; por lo cual todos los días este cacique daba en rostro á los menos malos con tan enorme delito, diciéndoles que ¿á qué fin habían quitado la vida á los Padres que tanto bien les hacían y los querían tanto? que se fuesen á los Mamalucos y viesen si ellos los trataban mejor.

Un año, Urquiola, siendo estudiante del último curso, se había cubierto de gloria sustentando un tema propuesto por los maestros tras larga deliberación. «¿Los Borbones, subiendo al cadalso en Francia, expiaron los atentados de su familia contra la Compañía de Jesús?»... Urquiola sostuvo la afirmación, demostrando que la guillotina había sido un medio indirecto de Dios para castigar á los reyes que osaron expulsar de sus dominios á los jesuítas. ¡Muerte é infierno para los que se atrevían á perseguir á los verdaderos representantes de Jesús!... Su contradictor mantuvo opiniones de dulzura y olvido, objeciones humildes y tímidas, preparadas por los maestros.

En algunas de mis leyendas tradicionales he tenido oportunidad de hablar más despacio sobre muchas de las que se fulminaron contra ladrones sacrílegos y contra alcaldes y gente de justicia que, para apoderarse de un delincuente, osaron violar la santidad del asilo en las iglesias.

En la calle de Sevilla y en la Puerta del Sol admiraron los grupos de toreros sin contrata, entes superiores, a los que osaron pedir, sin éxito, una limosna para continuar el viaje.

Areche elevó la contribución de indígenas a un millón de pesos; creó la junta de diezmos; los estancos y alcabalas dieron pingües rendimientos; abrumó de impuestos y socaliñas a los comerciantes y mineros, y tanto ajustó la cuerda que en Huaraz, Lambaveque, Huánuco, Pasco, Huancavelica, Moquegua y otros lugares estallaron serios desórdenes, en los que hubo corregidores, alcabaleros y empleados reales ajusticiados por el pueblo. «La excitación era tan grande dice Lorente que en Arequipa los muchachos de una escuela dieron muerte a uno de sus camaradas que, en sus juegos, había hecho el papel de aduanero, y en el llano de Santa Marta dos mil arequipeños osaron, aunque con mal éxito, presentar batalla a las milicias realesEn el Cuzco se descubrió muy oportunamente una vasta conspiración encabezada por don Lorenzo Farfán y un indio cacique los que, aprehendidos, terminaron su existencia en el cadalso.

Pudiéranles quemar la pólvora: no osaron hacerlo por no quemarse ellos también. Pasaron adelante secutando la vitoria hasta llegar cerca de la tienda de Dragut. Entrando en otra que estaba junto á ella, mataron muchos turcos, entrellos un hombre principal. Súpose después que era el Sanjach Bay de Negroponte.

El siguiente dia con todo el campo pasó el estrecho, no sin gran fatiga, porque el camino era áspero, los bagajes muchos; y los niños, mujeres y enfermos. Los Griegos, aunque advertidos del camino que llevaban los Catalanes, no pudieron, ó no osaron atreverse á impedilles el paso.

Pero el valor de los españoles, con el auxilio de Dios, logró vencerlos, matando cuantos osaron subir por los muros, donde pelearon las mugeres con igual nobleza de ánimo que los hombres; y aunque vencidos los indios, siempre permanecieron á la vista de la ciudad, juzgando que precisamente los habia de rendir el hambre, como tan cruel enemigo.

De la cara patria, nuestras mismas manos Osaron el pecho sagrado romper, Y por castigarnos, al cielo le plugo Hacer que marchemos uncidos al yugo Que oscuro tirano nos quiso imponer.

Y hubieran dado buena cuenta de la infeliz Soledad, á pesar de su corpulencia, si Velázquez, con arranque generoso, no se hubiese plantado delante de ella. ¡Nadie la toque con un dedo siquiera! Las mujeres no osaron avanzar. La fiera actitud del majo les impuso silencio por un instante. Volviéndose aquél después á su querida y sacudiéndola por el brazo la miró cara á cara con ira concentrada.