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Actualizado: 9 de junio de 2025
Hombre... no es usted sólo el chiflado me atajó de repente, ruborizándose un poco. Si a usted le ha vuelto el juicio una sevillana, a mi me tiene muerto una sanluqueña. Me sorprendió la emoción que advertí en él, porque no estaba ya en la edad en que el amor impresiona tan vivamente.
Dejaba casi siempre la ciudad por la puerta de Antonio Vela, y simulando un andar ocioso y errante, bajaba por algún atajo de la cuesta del mediodía. En el reducido arrabal de Santiago había más tráfago y rumor que en la ciudad entera. La fecundidad de la raza palpitaba al aire y al sol. Los encalados zaguanes vomitaban hacinamientos de chiquillos casi desnudos, sobre la sucia calzada.
Ya entiendo, ya.... ¡Hombre, si es cierta esa maldad que no puedo convencerme, que se me atraganta , aún sería poco para el traidor el castigo de Judas! Pero usted, santo, ¿por qué no le atajó? ¿Por qué no avisó? ¿Por qué no le arrancó la careta a ese pillo?
Cuando van dos colegas juntos, nunca caminan a la par. Uno va delante y el otro un poco atrás, y si son tomados afectan no conocerse. Un día iban dos pillos de estos por una calle: el sargento Gómez conocía a uno y no al otro, y, como a pesar de su seriedad guaraní, era chacotón y alegre, atajó al que no conocía y le dijo: ¿En qué trabaja usted? ¡Soy marmolero, señor!
Dí, qué recelas de mí? Señora, de que no veo Ningun atajo ó rodeo Como complacerte á tí. En mi ley no se recibe Hacer yo lo que me ordenas, Antes con muy graves penas Y amenazas se prohibe. Y aun si bautismo tuvieras, Siendo como eres casada, Fuera cosa harto escusada Si lo que pides pidieras. Por eso yo determino Antes morir, que hacer Lo que pide tu querer, Y en esto estaré contino.
Su caballo era una cabra, y él una ventolera que le arrastraba por lo más inverosímil de lo penoso y atrevido. Para aquel diabólico centauro, todo atajo era andadero, lo mismo por los jarales de las faldas que por los riscos de las cumbres.
Fueron estas palabras pronunciadas arrebatadamente, como quien se encuentra en una situación falsa y quiere salir de ella exagerando el enojo. Raimundo la miró lleno de asombro, cosa que molestó a Clementina y aun más la precipitó. Clementina le atajó diciendo: Si usted va a declararme su amor, puede ahorrarse la molestia. Soy casada ... y aunque no lo fuese sería lo mismo.
Ya el arma ingeniosa, que la industria ha creado para el mejoramiento y cultivo de las barbas de la mitad del género humano se alzaba en la mano del iracundo barbero; ya el agudo filo resplandecía en lo alto, próximo á caer sobre el indefenso cráneo del que fué lego, abate y covachuelista, cuando otra mano providencial atajó el golpe tremendo que iba á partir en dos tajadas á todo un graduado en cánones de la Complutense.
»Para colmo de desdichas se me ocurrió la mala idea de echar por un atajo que nos debía ahorrar buena parte del camino.
A lo ménos eso dicen los que lo entienden en la Corte, y así me lo pienso yo tambien cuando recapacito en mi viaje de Madrid á Valdemoro, que fué cosa de media hora. ¿Y qué espera el Gobernador que no nos echa un camino de esos para cada atajo? Pues si diz que no hay con qué. Ca! qué me cuenta Usté! Y las pesetas que nos tira el Estao? Y los estancos y las loterías?
Palabra del Dia
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