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Actualizado: 14 de junio de 2025


La señora Lefèvre nunca había sido más feliz; cuando subió al carro que la esperaba, besó a Luisa y le dijo al oído: Todo va bien... Juan Claudio es un hombre...; todo lo prevé... y sabe arrastrar a la gente... Yo, que le conozco hace cuarenta años, estoy asombrada.

Para que alguna me lo compre y no lo pague, vale más... Mire usted añadió pasando a la sala , también le doy este sombrero: está sin arreglar, pero puede usted llevarse la cinta que quiera. Rosalía, asombrada de esta generosidad, y un tanto dispuesta a mirar a Refugio con ojos más benévolos, insistía en rechazar los obsequios.

Yo se lo besé, se lo mordí tan sin pensarlo, que ella no pudo contener un ligero grito, a punto que la Madre Transverberación regresaba con el chocolate y los bollos. ¿Qué es eso, niña? preguntó la vieja, asombrada de oírla chillar. Nada, Madre Transverberación.

En tal momento, Riffi, poseído de un noble entusiasmo, se deslizó a lo largo del talud, porque acababa de ver, un poco a la izquierda, por debajo de los parapetos, un magnífico caballo, perteneciente al coronel muerto por Materne, que se había refugiado en aquel rincón, sano y salvo. En mis manos caerás se decía Riffi ; Sapiencia se va a quedar asombrada.

La fuga de las mujeres para no verle partir; la dolorosa entereza de Carmen, que se esforzaba por mantenerse serena, acompañándole hasta la puerta; la curiosidad asombrada de los sobrinillos, todo irritaba al torero, arrogante y bravucón al ver llegada la hora del peligro. ¡Ni que me yevasen a la horca! ¡Vaya, hasta luego! Tranquiliá, que no pasará na.

Feli vivía en dulce somnolencia, absorta por su felicidad, algo asombrada de que el mundo guardase ocultas tantas delicias. Todo le parecía bueno; se abandonaba con sublime impudor; sentíase capaz de caer en los brazos de Isidro en plena glorieta de los Cuatro Caminos con el mismo arrobamiento que si estuvieran en despoblado.

Hay que ponerse en la realidad, niñita. No mires esto con ojos de mujer; ponte en mi caso; figúrate que eres hombre... Estoy asombrada de la vuelta que le das a tus caprichos, y de lo bien que te las compones para hacer pasar por protección desinteresada lo que en realidad es amor que tenías o tienes a esa maldita. Pues a eso voy ahora. Aquí te quiero ver... Atención.

¡Oh! en cuanto a olvidaros... perder el recuerdo de vuestra gracia, de vuestra bondad... ¡nunca, señorita, jamás! Su voz temblaba. Tuvo miedo de su emoción, y se levantó. Os repito, señorita, que debo ir a saludar a vuestra hermana... me ha visto... y debe estar asombrada... Atravesó el salón, mientras Bettina lo seguía con la vista.

Sin decir una palabra a nadie, sin preguntar a bicho viviente, y fundándome sólo en algún indicio que pescaba aquí y allí, sentando hechos y deduciendo consecuencias, he descubierto la verdad... todo con la pura lógica, tía, con la lógica seca. Atienda usted y asómbrese». Estaba, en efecto, la viuda ilustre tan asombrada como quien ve volar un buey.

El Señor la cure de ese amor, indigno de Vd. La misericordia de Dios es inagotable. Paz, con el alma acibarada por el despecho, y doña Martina, confusa y asombrada, llegaron a San Isidro, subiendo al coche sin entrar en la iglesia. Es hermosa dijo maquinalmente Paz, a quien hostigaba el pensamiento la belleza de Engracia. , pero ordinaria. A papá, ni una palabra, ¿estamos?

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