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Actualizado: 27 de mayo de 2025
No prolongaremos la relación circunstanciada de lo que hablaron aquella noche padrino y ahijada. Acostose Isidora pensativa y D. José se retiró muy entusiasmado a su cuartito. Durmiose como un serafín, y soñó que estaba en la contaduría de una casa grande, donde había catorce empleados y más de cien libros. Ingresos y gastos ascendían a millones; pero todo iba al pelo.
La ventana daba sobre la obscura fachada del Hospital, y el ruido y bullicio del tráfico de Piccadilly ascendían hasta la habitación del muerto. Su historia era ciertamente una de las más extrañas que hombre alguno haya referido. Su misterio, como lo veremos, era verdaderamente pasmoso.
Oración á la muerte de Lope de Vega, por el doctor Luis Cardoso. Para formarnos una idea de la ligereza de Montalván, al estampar estas cifras, diremos, que, después de afirmar que los regalos de los grandes, recibidos por Lope, ascendían en su conjunto á 10.000 ducados, añade luego que sólo del duque de Sesa había recibido 24.000.
Las rentas de España llegaron a bajar a catorce millones de ducados, mientras las del clero ascendían a ocho millones. La Iglesia poseía más de la mitad de la fortuna nacional. ¡Qué tiempos!, ¿en, don Antolín? El Vara de plata le escuchaba fríamente, como si hubiese formado un concepto definitivo de Luna y no hiciera gran caso de sus palabras.
Caminos de suaves curvas, limpios y firmes como el piso de un salón, se extendían por el borde del mar ó ascendían á las cumbres de los Alpes, pasando de cresta en cresta por viaductos de atrevidos arcos. Las carreteras se sumían en largos túneles. Donde la roca vertical no permitía abrir una cornisa, el constructor la inventaba con taludes de muchos metros cuya base se perdía en las olas.
Al visitar el palacio de los príncipes había encontrado en los antiguos fosos de la fortaleza, que son como invernáculos naturales, el mismo calor húmedo y pegajoso de las selvas del Ecuador, con palmeras brasileñas que ascendían á muchos metros en busca de la luz.
El sol se ocultaba ya; las nieblas ascendían del profundo seno de los valles; deteníanse un momento entre los obscuros bosques y las negras gargantas de la cordillera, como un rebaño gigantesco; después avanzaban con rapidez hacia las cumbres; se desprendían majestuosas de las agudas copas de los abetos e iban por último a envolver la soberbia frente de las rocas, titánicos guardianes de la montaña que habían desafiado allí, durante millares de siglos, las tempestades del cielo y las agitaciones de la tierra.
Sus habitantes, que en 1831 ascendian á mil ciento cincuenta y seis, son muy notables por sus hermosas proporciones: la vigorosa corpulencia de las mugeres y hasta sus facciones, aun en la juventud, nada tienen de femenino. Entre tanto, el carácter de los Movimas es apreciabilísimo por su bondad y mansedumbre, calidades que llevan pintadas en el semblante con signos inequívocos.
Las jóvenes menestralas, que ascendían lentamente hacia la ermita, se impacientaban, chillaban, más por la suciedad del polvo, que por temor a los corceles, dirigían chufletas de peor o mejor gusto al inflexible Piscis, que éste no escuchaba siquiera, absorto en la contemplación de las patas del caballo, cuya alta dirección le estaba confiada. ¡Uf, la carretera es poco para él!
Sus productos anuales ascendian á la suma de sesenta mil pesos poco mas ó ménos; y en el pueblo de San-Pedro, mision la mas central y capital de aquel vasto territorio, se veia una magnífica iglesia, rica de esculturas y resplandeciente de ornamentos de plata y de piedras preciosas, de que se hallaban cubiertas las imágenes de los santos.
Palabra del Dia
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