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Actualizado: 10 de junio de 2025


No se escandalice usted, padre mío, porque bien arrepentido estoy al presente de mis necias rebeldías que ahora juzgo culpables y odiosas. Hoy creo... Crea usted, amigo mío, y se salvará dijo el cura. En esa promesa del Evangelio confío, padre mío.

Al efecto, el día 6 de Septiembre de 1633, reuniéronse en la Audiencia los alcaldes de Sala, y con todas las ceremonias comenzaron la relación de la causa del ínclito Morán, que muy contrito y arrepentido, al parecer, escuchaba la relación de la cuenta interminable de sus crímenes.

¡Ah, señora! ¡si yo no tuviera mujer... si yo no tuviera hija!... ¡si no estuviese á punto de tener otro hijo!... Por la familia debe un hombre arriesgar la vida; pero debe conservar la honra... y sobre todo... ¡el alma! exclamó con repugnancia, y aun podremos decir con horror, doña Clara. Estoy arrepentido...

Lázaro, que observó largo rato á la dama, notó que lloraba, y que, apartándose de él lentamente, se apoyó en la pared con muestras de gran postración y abatimiento. Pero usted llora dijo, arrepentido de haber hablado tanto y deteniéndola; usted está muy agobiada. ¿Por qué no ha reposado usted? Yo no puedo reposar, yo no puedo dormir murmuró la devota con voz más bronca y grave que de ordinario.

Blanca, pálida como de costumbre, lo llamaba a ratos a su lado, le pasaba la mano por la cara, le daba en ella cariñosas palmaditas con una fisonomía fingidamente huraña y resentida, ante la cual el viejo comenzaba por aflojar las rodillas, y por estirar los labios, y concluía por caer rendido como un criminal arrepentido, sobre un muelle y riquísimo puf que la enferma había hecho acercar a su lado.

Arrepentido de su inevitable alegría, el paisano sacudió la cabeza a guisa de oración fúnebre, se echó hacia atrás en la silla, sacó la petaca y se dispuso a fumar un cigarro a la memoria de aquellos malogrados jóvenes.

18 Y escribe al ángel de la Iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, que tiene sus ojos como llama de fuego, y sus pies semejantes al latón fino, dice estas cosas: 21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta de la fornicación; y no se ha arrepentido. 22 He aquí, yo la echo en cama, y a los que adulteran con ella, en gran tribulación, si no se arrepintieren de sus obras;

Dejó sin protesta que Lubimoff pasase un brazo por otro suyo, apoyándose en él. ¡Se expresaba con tanta humildad!... Parecía arrepentido de sus atrevimientos; le pedía perdón con su pálida sonrisa. Además, le hablaba de su hijo con un optimismo acariciador. Todos los temores de ella eran infundados; su hijo volvería: estaba seguro de ello.

Aléjase Diego arrepentido; pero entonces el mismo Don Gil, que desde fecha muy anterior lucha con el amor á Lisarda, sucumbe de pronto á la tentación: se aprovecha de la escala arrimada á la ventana; entra dentro, y, en lugar de Don Diego, se precipita en los brazos de la bella Lisarda.

Luego hizo un gesto de fastidio. ¡Lagrimitas a él!... Pero no; lloraba de veras, con toda su alma, con quejidos de angustia y estremecimientos nerviosos que conmovían todo su cuerpo. Arrepentido de su brutalidad, dio orden al cochero de detener el carruaje. Estaba fuera de la Puerta de Hierro; no pasaba nadie en aquel momento por el camino. Trae agua... cualquier cosa. La señorita está enferma.

Palabra del Dia

rigoleto

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