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Gabriel reía. , era un capricho, pero no se arrepentía de él. Había dado un paseo por la ciudad sin ser visto, y su hermano tendría para atender dos días a su manutención.

Carmen se estremeció con esta proposición. ¿Ver la corrida?... No. Había llegado hasta la plaza con un esfuerzo de su voluntad, y se arrepentía de ello. Le era imposible resistir la presencia de su marido en el redondel. Nunca le había visto toreando. Aguardaría allí hasta que no pudiese más.

Se felicitó de la agresividad inexplicable que le había impulsado á ofender á Martínez. ¡El, que en los últimos días se arrepentía de esta locura!... Lo que le había pesado como un remordimiento era tal vez lo más cuerdo y más oportuno de su vida.

Tentaciones tenía a menudo de detener a don Paco cuando pasaba por la antesala, de decirle que se arrepentía de haberle escrito la carta despidiéndole y de encomendarle que no entregase a doña Agustina el corazón, porque ella le quería para y le cuidaría con más regalo y mimo que ninguna otra mujer de la tierra.

Gran muro divisorio que segun el Koran separa el paraiso del infierno. Párrafo 3.º, art. 5, cap. Del repudio, Leyes morales etc. El que repudiaba á su muger y se arrepentia de haberla repudiado, en los cuatro meses de alheda ó plazo para la reconciliacion no podia tener comercio con ella si antes no daba libertad á un cautivo.

Doña Cristina abanicábase furiosamente las mejillas enrojecidas. ¿Qué horrores iba soltando aquella voz suave é irónica que parecía acariciarla con profundos arañazos?... Ahora se arrepentía de haber provocado al impío y hacía señas á Urquiola para que no le contestase. Deseaba que se hiciera un silencio penoso, que se fuera de allí empujado por la sorda y desdeñosa hostilidad de todos.

He pensado mucho, por el contrario, en todo lo que usted me dijo y he tomado en ello un verdadero interés. ¿Será cierto?... Me alegro mucho, pues ya me sentía avergonzada de no haberle hablado sino de y casi me arrepentía de haber estado contándole tan minuciosamente las quimeras que rebullen en mi loca cabeza. ¿Es que no son en realidad sino quimeras?

Cuando se arrepentía de no haberse creado una familia, cuando pensaba precisamente en el matrimonio, venía a ofrecerle el destino esa irónica sorpresa... Mientras él arrastraba por el mundo su soledad y sus nostálgicos ensueños de paternidad, allá en un rincón de un pueblo medio perdido entre los bosques, había un muchacho robusto e inteligente que le debía a él la vida.

Esta, desvanecida por su humildad, le obligó á declarar que se arrepentía de cuantas guasas había gastado respecto á los oráculos y que sólo de ella esperaba su salvación. Hecho esto, fué á su cofre y sacó dos velas de cera verdes y un mantón negro, con el cual tapó la mesa. Cerró luego la ventana y encendió las velas. Abrió el cajón de la consola y sacó una baraja.

Cierto que había vuelto al lado de la Condesa y la había tratado con mayores consideraciones; pero si esto debía demostrar que estaba arrepentido de sus malos procederes de antes, el mismo arrepentimiento, la presencia de esos escrúpulos en su mente contradecían la hipótesis del asesinato; mal podía desear la muerte de un ser, quien se arrepentía de haberle ocasionado dolores.