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Actualizado: 13 de junio de 2025
En su profunda enervación moral y en su aislamiento desesperado, Juana, casi sin defenderse, dejábase arrastrar por esa fascinación que ejerce casi siempre sobre las de su sexo, la insistente persecución de un hombre. Sentíase poco a poco presa de vértigos de las continuadas y sabias evoluciones que el señor de Monthélin describía en torno suyo.
Y Ricardo, pálido y trémulo como el jugador que pone junto a una carta las últimas monedas que le quedan, trataba de arrastrar a su novia hacia la sala, sujetándola fuertemente por la muñeca. María inclinó la cabeza y no dijo una palabra. Se dejó arrastrar sin oponer resistencia, bajando los cuatro o cinco peldaños de la escalera.
El señor Fermín salió apresuradamente de la capilla e hizo arrastrar hasta la puerta varios serones que el día anterior habían traído de Jerez. Estaban llenos de cirios, y el capataz fue distribuyéndolos entre los viñadores. Bajo la luz esplendorosa del sol comenzaron a brillar, como pinceladas rojas y opacas, las llamas de la cera.
Ocurriósenos entonces la idea de ponerlas en música, y tan bien se adaptaba a ellas la tonadilla que compusimos, que las palabras penetraron en nuestra memoria con las notas, y ya no podían salir de allí las unas sin arrastrar consigo las otras. Vir vóllen trínken bier.
No, replicaba otro que tenía buen corazon; basta con que las tropas recorran las calles, el batallon de caballería por ejemplo, con el sable desenvainado; basta arrastrar algunos cañones... ¡basta eso! El pueblo es muy tímido y todos entrarán en sus casas.
Por último, si mi tío no había seguido carrera alguna, si no había sido ni médico, ni abogado, ni ingeniero, ni soldado, ni diplomático, ni aun ministro, llenaba su cometido en la vida, conservando las sanas tradiciones, respetando lo que es respetable, no dejándose arrastrar por las divagaciones de la época, y usando de su influencia para encaminar al bien y a la justicia algunos corazones.
No sé por qué le gustaba al cura hablar sobre las pasiones humanas, pero un día que se había dejado arrastrar por el calor de la improvisación, le hice en la comida preguntas tan indiscretas y apuradas que se propuso no abordar más tales asuntos delante de mí. En adelante contentose en discurrir sobre la pereza, la embriaguez, la ira y otros vicios que no excitaban ni mi curiosidad ni mi charla.
Sintióse arrastrar sin ver quién le arrastraba; fuerzas descomunales tiraban de sus puños, le golpeaban la espalda, le impelían hacia fuera, sintió abrirse la puerta con estrépito, sintió que su cuerpo recibía una fuerte sacudida, sintióse arrojado y libre de aquellos brazos terribles; cayó al suelo.
Veo lo inmediato: lo que va á ocurrir entre nosotros si me dejo arrastrar por tus hermosas palabras; veo á mi hijo... mejor dicho, no le veo, no sé qué es de él, ignoro si vive... Te digo que no. Es inútil que insistas. Se hizo un largo silencio.
Precisamente la voz de esta amiga era la única que llegó hasta ti durante el destierro, y como las palabras que decía eran dulces y seductoras, te dejaste arrastrar por tus secretas esperanzas; volviste a París, a ese mundo con el cual creías hace nueve meses haber roto para siempre.
Palabra del Dia
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