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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Don Segis había padecido un ataque apoplético, de resultas del cual arrastraba la pierna derecha cual si llevase en ella un peso de seis arrobas. Verdad que el insaciable capellán no se contentaba con los cuarterones de vino de la confitería.
Pues Cobo Ramírez y otros babiecas como él, que la han llenado la cabeza de viento.... ¡Sin duda espera la tonta que venga un príncipe de sangre real a buscarla!... Ramoncito negaba belleza a su adorada. Es signo de hallarse profunda y sinceramente enamorado el hombre; no ser hija de la vanidad su afición. El exceso de amor le arrastraba a injuriarla.
Sintióse arrastrar sin ver quién le arrastraba; fuerzas descomunales tiraban de sus puños, le golpeaban la espalda, le impelían hacia fuera, sintió abrirse la puerta con estrépito, sintió que su cuerpo recibía una fuerte sacudida, sintióse arrojado y libre de aquellos brazos terribles; cayó al suelo.
El sentimiento de la pérdida que había sufrido era para él un peso demasiado grave para que las antiguas fruiciones de la satisfacción se despertaran otra vez al contacto de las monedas nuevamente adquiridas. En adelante algo había venido a reemplazar su tesoro, algo que, dando a sus ganancias un fin creciente, arrastraba siempre hacia adelante, más allá del dinero, sus esperanzas y sus alegrías.
Por fin se apareció el día de Reyes por la mañana. Pasaba Jacinta por el recibimiento, cuando el amigo de la casa entró. «Tocaya, buenos días... ¿cómo están por aquí? ¿Y el monstruo, se ha levantado ya?». Jacinta no podía ver al dichoso tocayo. Fundábase esta antipatía en la creencia de que Villalonga era el corruptor de su marido y el que le arrastraba a la infidelidad.
¡Pues ya lo creo! dijo con el entusiasmo de un poeta el padre Ambrosio; mi vida era triste, llena de sufrimientos, llena de recuerdos, combatida por pasiones que había exacerbado la desgracia, y... si hace diez años, no hubiera encontrado a mi paso a esa niña que se arrastraba sobre sus manecitas en los corredores de la casa de vecindad donde me había llevado a vivir mi pobreza... Yo lo había perdido todo; parientes, amigos, afectos, hasta la paz de mi celda, de la cual me arrojaron las necesidades de la nación... la planta marchita y enferma que vegeta sobre un terreno ingrato, siente con delicia, y parece reanimarse al soplo de las auras de la mañana.
Las alternativas de alegría y dolor por que Clementina le hacía pasar con su coquetería le tenían destrozado el corazón. Aunque el tren arrastraba un sleeping-car, pocos habían hecho uso de él. La mayor parte prefirió quedarse en los salones de tertulia.
Fue a buscarle hasta en los chiribitiles donde arrastraba su nombre y su casta. Le golpeó rudamente en el hombro y le dijo con aquella franqueza que oculta tan bien la adulación: ¿Qué hace usted, mi querido duque? Este no es su sitio. Todo el mundo le echa de menos en nuestro círculo, hombres y mujeres; ¿me ha oído usted bien?
Me parecía ver a mi madre esperándome en la escalera con una espada de fuego... subí temblando... Tardé más de una hora en volver a mi cuarto, porque no andaba, sino que me arrastraba lentamente para no hacer ruido. Al fin, llegando a la alcoba, corrí a tu cama para confesártelo todo y no estabas allí. Figúrate cuál sería mi confusión.
Lea, de rodillas se arrastraba á los pies de su antiguo amante, levantaba hacia él su hermosa cara inundada de lágrimas y todo su ser se estremecía. En un movimiento de febril ardor sus labios tocaron los del joven... Pero él la separó dulcemente y la dejó á cierta distancia, aterrada por aquella frialdad que había esperado vencer. Es tarde Lea, dijo; la noche avanza y hay que pensar en mañana.
Palabra del Dia
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