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Actualizado: 28 de junio de 2025
Después que se despidió, yo, en vez de seguir hacia casa del canónigo, retireme a la mía poseído de fuerte turbación. La cosa no era para menos. Aquella carta daba al traste con todos mis proyectos amorosos. Comencé a pasear agitadamente en sentido oblicuo por la estancia. La tristeza, la cólera y el despecho armaban un verdadero motín en mi cabeza.
Carlos allá se iba; de modo que armaban una especie de coro de sacerdotes, en el cual descollaba la voz de Sofía como una sacerdotisa a quien van a llevar al sacrificio. Todas las piezas que se cantaban eran, o si no lo eran lo parecían, de sacerdotes sacrificadores y sacerdotisa sacrificada. En los días de paseo solían merendar en el campo.
Los fuertes se armaban con nuevos cañones; desaparecían bajo los picos de la demolición oficial las casuchas elevadas en la zona de tiro durante los años de paz; los árboles de las avenidas exteriores caían cortados para ensanchar el horizonte; barricadas de sacos de tierra y de troncos obstruían las puertas de las antiguas murallas.
Era harto feo de cara, pero en ella, y singularmente en la viveza penetrante de sus ojillos, se revelaba su inteligencia y su astucia. Nadie podía acusarle de que murmurase, pero harto se notaba, a pesar de su disimulo, que el señor Vandenpeereboom aguantaba con repugnancia la presencia a bordo de las dos aventureras y el jaleo continuo que allí armaban.
Solo tres ó cuatro de los palcos estaban aun vacíos apesar de lo avanzado de la hora; para las ocho y media se había anunciado la funcion, eran ya las nueve menos cuarto, y el telon no se levantaba porque S. E. no había llegado todavía. Los de la entrada general, impacientes é incómodos en sus asientos, armaban un alboroto pataleando y golpeando el suelo con sus bastones.
Pues estas cosas, tan estúpidas de puro vulgares, las hacía y decía todos los días, y eran vistas y oídas de todos; a veces, Esteven perdía la paciencia, y entonces se armaban tremolinas escandalosas: que tú, que yo, que si esto, que si lo otro, tú eres así, tú eres asá; escarbaban en el pasado de ambos, para sacar toda la porquería y embadurnarse sin piedad la cara mutuamente.
Y esto es concebible, porque en aquel momento, aunque ya no se veía a los aduaneros, se oía el ruido de sus armas y los preparativos de las baterías que armaban. ¡Pues bien! dijo el fraile en su delirio , ¡pues bien! Satanás, sálvanos, ¡porque tú no puedes ser más que Satanás! ¡Sí, Satanás, sálvanos! gritaron los demás con un acento de terror indefinible.
Unos armaban la bayoneta, pálidos, con los labios apretados y un brillo de locura en los ojos; otros volvían la espalda, corriendo hacia la salida del parque, sin prestar atención á los gritos de los oficiales y á los disparos de revólver que hacían contra los fugitivos. Todo esto ocurrió con vertiginosa rapidez, como una escena de pesadilla.
De consiguiente, con corazones contentos y con la íntima convicción de creerse empleados de utilidad y provecho, á lo menos en beneficio propio, si no en el de nuestra amada patria, estos santos varones continuaron desempeñando, nominalmente, en realidad de verdad, sus varios empleos. ¡Con qué sagacidad, auxiliados por sus grandes espejuelos, dirigían una mirada al interior de las bodegas de los buques! ¡Qué gresca armaban á veces con motivo de nimiedades, mientras otras, con maravillosa estupidez, dejaban pasar por alto cosas verdaderamente dignas de toda atención!
Otros marineros se armaban precipitadamente de sables y puñales, y el maestro Zeli hacía disponer los garfios de abordaje. Kernok, después de haber tomado todas sus disposiciones, descendió al sollado y encerró a Melia que dormía en la hamaca.
Palabra del Dia
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