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Roncaron de nuevo los motores de los automóviles, el niño de la cascada abandonó su refugio con la esperanza ilusoria de que se fijasen en él y le diesen algo por despedida, y otra vez se vieron Maltrana y su séquito pasando a gran velocidad entre las frondosidades de Tijuca. Pero ahora no iban silenciosos y preocupados; el sol era más vivo, los árboles más verdes.

Mientras pudo seguir con la vista la luz de los faroles, huyendo a través de los árboles, quedó allí inmóvil, como si aquella forma pura y blanca le hubiera arrebatado el espíritu.

Subimos por el río arriba, y habiendo andado como dos millas, llegó a nuestros oídos el son de muchos y varios instrumentos formado, y luego se nos ofreció a la vista una selva de árboles movibles que de la una ribera a la otra ligeramente cruzaban; llegamos más cerca, y conocimos ser barcas enramadas lo que parecían árboles, y que el son le formaban los instrumentos que tañían los que en ellas iban.

Ella marchaba al mismo paso que yo, con una agilidad de campesina; en sus miradas se expresaba alternativamente la timidez, la audacia y el enfado. El día estaba gris, el mar lleno de bruma; el viento silbaba entre los árboles, agitando las hojas rojizas de las hayas que aun quedaban en las ramas y las copas negruzcas de los pinos. Grandes gotas de agua sonaban en la hojarasca seca.

Las sombras larguísimas de los árboles parecían prolongadas despedidas y supremos adioses que le daba la creación á aquel día para nosotros inolvidable.....

Mientras rodaba el carruaje por entre dos hileras de árboles, alguna vez interrumpidas por las tierras cultivadas de una granja, iba pensando, no sin inquietud, en su encuentro inevitable con la señora Princetot. ¿Cómo le recibiría y qué se dirían? ¡Bah! Uno y otro habían cambiado mucho en veintiséis años y tal vez ni siquiera le reconocería.

JARIFA. En otra te di yo un , En otra dueño te hice Deste bien que hoy se confirma; Aquí se rompió la firma Y la deuda satisfice. Viendo estas rosas y flores, Estos árboles y fuentes, Tengo, Abindarráez, presentes Nuestros pasados amores.

El balcón del gabinete daba al Parque: incorporándose en el lecho, veía detrás de los cristales las copas de algunos árboles que brillaban con la hoja nueva, rumorosa, tersa y fresca. Gorjeos de pájaros y rayos de un sol vivo, fuerte y alegre la hablaban de la vida de fuera, de la naturaleza que resucitaba, con esperanza de salud y alegría para todos.

Abajo, junto á la llanura, han sido respetados los bosques de castaños, gracias á las hojas, recogidas por los aldeanos para la cuadra, y á los frutos que éstos mismos comen en las noches de invierno. Pocas selvas, ni aun en las regiones tropicales, donde alternan los grupos de árboles de más diferentes especies, presentan más pintoresca variedad que los bosques de castaños.

La montaña se levanta casi repentinamente hasta una altura algo considerable, cubierta en todas sus partes por una magnífica floresta de encinas, abetos y otros árboles corpulentos, cuyo espeso follaje, protegiendo vastas alfombras de musgo, no permite la entrada de los rayos del sol.