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Actualizado: 3 de julio de 2025
En el puerto trabaja como si fuese de hierro; en el taller es listo; dirigiendo la tartana brincadora, la carreta pesada ó el arado, se hace entender por el animal de tiro con fuertes gritos y terribles ejercicios de látigo y púa, y en el baile, la plaza de toros, los amores, las pendencias de arrabal y las guerras civiles, todos sus actos tienen el sello de la resolucin y la violencia de sentimientos.
Si, al escribir su Historia del Arado, hubiera tenido que limitarse a Galicia, el doctor Raer, por muy sabio, por muy pesado y por muy alemán que fuese, no hubiese podido llenar arriba de unas veinte páginas. El arado gallego, como la mujer honrada, carece de historia.
Callaron todos, hondamente impresionados por la relación tan patética como sencilla del bondadoso padre. Este llevó a sus ojos la mano basta y ruda, endurecida por el arado, y se limpió una lágrima: ¿Qué dices tú a eso, Teodoro? preguntó Carlos a su hermano.
España, la invencible soñadora, que monta rocinantes a deshora, los toros lidia, viste la mantilla, ama la jota y al danzón se entrega, mas cuyo acero no es una hoz que siega, sino arado que pone la semilla;
Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 61 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa. 62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano al arado mirare atrás, es hábil para el Reino de Dios.
El hijo ilustre de la provincia, varias veces ex ministro, no vendría nunca más de mantenedor a pronunciar discursos grandilocuentes, y sus opiniones estéticas quedarían inéditas en lo porvenir... Sería la ruina de la poesía; y, ¿qué se iba a hacer sin poesía en las capitales de segundo y tercer orden? No. Los poetas quieren el carro primitivo y el arado virgiliano.
No tienen otro metal que el de la plata, de que gozan en abundancia, y de él fabrican rejas de arado, cuchillos, ollas, &a. Este hombre César salió á una nacion de indios, que llaman, Cumas de Chiloé, y de allí lo dirigieron á dicha ciudad. Salió á pié, que no usan caballos, como las demas naciones de indios de aquellas serranias.
La cosecha de este año no nos da ni la simiente, y el pobre chico tiene más afición á los libros que al arado.
Pues con Dios repuso Momo, poniéndose en camino y cantando: Quédate con Dios y adiós, Dice la común sentencia; Que el pobre puede ser rico. Y el rico no compra ciencia. Stein contemplaba aquel pueblecito tan tranquilo, medio pescador, medio marinero, llevando con una mano el arado y con la otra el remo.
Por un milagro, un ángel tomaba el arado y conducía los bueyes mientras el Santo oraba y no trabajaba. ¡Y a la sombra de nuestras mangas, confiando en San Isidro, la gente del campo duerme esperando que los ángeles hagan su trabajo! ¿Cómo predicar lo de "Comerás el pan con el sudor de tu rostro," cuando el trabajo que ese sudor significa no es necesario?
Palabra del Dia
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