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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Don Lope, sospechando por lo menos alguna de tan capitales asechanzas, ardía por verse con María para pintarle más vivamente lo que sólo apuntó en el billete que llegó a sus blanquísimas manos por los peregrinos medios que ya hemos relatado.
Armo, apunto, disparo..., ¡pum, pum! ¿Y qué creerán ustedes que maté, señores?». Todo el mundo a nombrar animales diferentes: que lobo, que zorro, que jabalí, y hasta hubo quien nombró a un oso.... Castrelo a decir que no con la cabeza..., hasta que por último saltó: «Pues ni zorro, ni lobo, ni jabalí.... Lo que maté era.... ¡un tigre de Bengala!».
Apenas el negro vió sólo al Chiquito, cuando le apuntó con el arcabuz; mas se detuvo en dispararle, porque el indio le gritó en voz alta: No me mates, que soy cristiano como tú y no te hago daño; y para que lo conociese más claramente, le mostró una imagen de Nuestra Señora con el Niño en los brazos, la cual, el negro, dejando el arcabuz, adoró de rodillas.
Entre las comedias sueltas de Lope, raras á mi juicio, y de las cuales se encuentran muy pocos ejemplares, apunto también las que siguen, y que poseía D. Agustín Durán, originales ó en copias: El mayor prodigio ó El purgatorio en la vida. Los nobles cómo han de ser. El enemigo engañado. Enmendar un daño á otro. Mas valeis vos Antona que la corte toda.
A todo esto, las otras tres fragatas enemigas se habían acercado a las nuestras, de tal manera que cada una de las inglesas tenía otra española por el costado de sotavento. Su posición no podía ser mejor apuntó mi amo. Esto sí que se llama ser inglés.
Con el seguro refugio de su hija, era ella más libre para ese y otros menesteres de su vida; y mañana, cuando Luz necesitara otro refugio más lejano y por largo tiempo, lo sería más aún. Apunto estas reflexiones, porque son las primeras que la marquesa se hizo en cuanto dejó de padecer con el recelo de que su hija no llegara a aclimatarse a la vida de colegiala.
Pero nuestros padres aún gozan de la vida; si en ella les alcanzáremos, daremos luego noticia a esta felicísima y abogada confraternidad, para que por sus almas se les haga ese naufragio o tormenta, o ese adversario que vuesa merced dice, con la solenidad y pompa acostumbrada, si ya no es que se hace mejor con popa y soledad, como también apuntó vuesa merced en sus razones.
Me basta decir a D. José mis necesidades; D. José corre a la sala, habla con él, y del fondo de Rifas... ¡Dios mío!, ¿a cuánto subirá ya? Yo no lo sé, porque no apunto nada. Aquí vendrían bien los librotes del padrino. Melchor lo apuntará, de fijo, y pensará cobrarme, pero ¿de qué manera?...». Largos ratos pasaba en cavilaciones sobre el pleito, y decía: «Va marchando.
Paris tiene muchos y buenos templos, admirables paseos, riqueza de monumentos y grandes edificios: plazas portentosas y barrios elegantes como ciudades: teatros, carruajes, animacion, bullicio, grandeza. Ese es Paris tal como yo le ví, verdadero, atolondrador, entusiasta, portentoso. No sé lo que he escrito porque lo hago sin órden. Apunto todo lo que mi memoria me va recordando.
«Y no la encontraste hasta tantismos años de correr, y se llamaba Nicolasa dijo la Petra, queriendo ayudar al biógrafo de sí mismo. ¿Tú qué saber? No ser Nicolasa. Entonces será la señora apuntó la Diega, señalando no sin cierta impertinencia a la pobre Benina, que no chistaba. ¿Yo?... ¡Jesús me valga! Yo no soy ninguna tarascona que anda por los caminos».
Palabra del Dia
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