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¡Francisca! protestó la señora de Dumais que llegó con la abuela adonde estábamos nosotras. La abuela sonrió con expresión equívoca, pues no aprecia el carácter libre de que se jacta Francisca. Pertenece ésta, en efecto, a un género poco conforme con las sanas tradiciones, que son las que gustan a la abuela y a sus amigas. No hay, pues, ninguna más criticada ni vigilada que mi pobre Francisca.

El interior está cubierto de bosques inmensos. Las especies de árboles, muchos de ellos de maderas preciosas, se cuentan por miles. La nuez moscada, el árbol del alcanfor, el teck, cuya madera tanto se aprecia en la construcción naval; el cedro gigantesco, los árboles del pan, del sagú, de la canela y mil otros, crecen allí sin cultivo.

25 de diciembre de 1819. Esta mañana ha marchado Alfonso: he notado que estaba muy triste. El señor barón de Mounier, que le aprecia mucho, le ha escrito que vaya inmediatamente a París, porque tiene alguna esperanza de hacerle entrar. 6 de enero 1820

Este sólo aprecia á los fuertes, y los apoya con su influencia para que se atrevan á todo. Los que nacieron débiles deben someterse ó desaparecer. Los pueblos tampoco son iguales: están divididos en pueblos conductores y pueblos inferiores cuyo destino es verse desmenuzados y asimilados por aquéllos. Así lo quiere Dios. Y resulta inútil decir que el gran pueblo conductor es Alemania.

Es muy difícil poder seguir el curso de los pensamientos y modo de ser del campesino. En la Inglaterra rural de hoy en día existe muy poca gratitud sincera de los pobres hacia los ricos, y llega a tal grado, que en los distritos de campo, casi no se aprecia el don de la caridad, mientras la gente rica se va cansando de sus esfuerzos por agradar o mejorar la condición del pueblo.

Pero, calmándose inmediatamente y comunicando a sus palabras un tono dulce y persuasivo, añadió: Lo que el cielo confía al hombre al nacer nadie puede revelarlo más que la religión, y ésta nos dice que el hombre cifra no pocas veces su honor en lo que debiera considerar como su ruina y perdición... Generalmente, lo que el mundo más aprecia y apetece va contra la ley de Dios.

Así que, cuando habla de alguna composición poética, nunca se mete a averiguar si es elevada o rastrera, original o vulgar, si tiene o no tiene inspiración: lo único que aprecia en ella es si está o no está bien trabajada. No puede ver a un buen ebanista dando los últimos toques a una cómoda sin exclamar para sus adentros: ¡Qué lástima de poeta!

Si se contemplan con recogimiento las iglesias católicas, llenas de pompa y majestad, se admiran los mil detalles de los palacios de la voluptuosidad oriental. Si se aprecia el tipo franco, hermoso y despierto del andaluz de la mejor raza, se lee toda una historia de miserias y delitos, de persecuciones y dolores profundos.

¿Decía usted...? comenzó Novillo. Decía que aquí, en general, no se aprecia el valor artístico del calzado. Yo, se le digo a usted con toda reserva, me creo postergado. No se me hace justicia. Ni como zapatero, y no digamos como poeta dramático. ¿Por qué se figura usted que soy zapatero? Porque soy poeta dramático. ¿Por qué se figura usted que soy poeta dramático? Porque soy zapatero.

Mi mamá ha dicho que hallándose un poco enferma, suspende por ahora las tertulias. ¿Y no salen? A misa van las cuatro los domingos muy temprano. Pero puedes ir a casa cuando gustes. Mamá te aprecia y siempre está preguntando por ti. Ahora precisamente, te ruego vengas conmigo para servirme de testigo. ¿De testigo? . Mi mamá quiere castigarme porque le han dicho que me vieron ayer en un café.