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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Le repugnó confundirse con la muchedumbre que vagaba por los alrededores del Casino. Su deseo de no seguir adelante le sugirió una idea. «¿Si fueses á sorprender á Alicia en su casa?... ¡Lo agradecería tanto!» Dos veces más había estado en Villa-Sirena. Miguel encontró á «la Generala» menos hostil y dominadora que la había imaginado; pero no pudo comprender el apasionamiento de Castro.
No dejaba de observar un momento a mi rival, y veía cómo se apoyaba con familiaridad en el respaldo de su butaca, y le hablaba en voz baja, y se reían y, en fin, otras muchas cosas que apenas hubiese podido tolerarte a ti, al amigo de la infancia. La irritación, los celos terribles que todo esto despertaba en mí, fueron la prueba de mi apasionamiento... ¡Pero tú no me escuchas, Amaury!
Y al cerrar la noche, a cenar y a acostarse con los huesos cansados del trabajo, pero contentos de la jornada; a dormir en la santa paz de los que emplean bien el día y no sienten el remordimiento de haber hecho mal a nadie. ¡Venga de ahí! murmuraba Rafael con apasionamiento. Y aún no dices too lo bueno.
Quería casarla por amor, con un hombre al que se sintiera inclinada, pero no veía en ella la menor señal de apasionamiento. Se casaría, sin ardor y sin protesta, con el que le indicaran sus padres, para continuar con más libertad la vida insípida de ostentaciones y de devoción elegante.
El héroe marchaba hacia ella para estrujarla con varonil apasionamiento, para vencerla, haciéndola suya. Güeñas noches, doña Zol... Me voy, es tarde. Usté querrá descansar. A impulsos de la sorpresa y el despecho, ella también se puso de pie, y sin saber lo que hacía, le tendió la mano... ¡Torpe y sencillo como un héroe!
Allí se juzgaba a los hombres y los sucesos del día, pero sin apasionamiento; se condenaba, sin ofenderle, a todo innovador, al que había hecho algo que saliese de lo ordinario. Se elogiaba, sin gran entusiasmo, a los ciudadanos que sabían ser comedidos, corteses e incapaces de exagerar cosa alguna. Antes mentir que exagerar.
Las manifestaciones de su apasionamiento juntamente extremosas y sinceras, convencieron a don Juan de una verdad terrible: la de que aquella mujer se había dejado poseer materialmente porque estaba enamorada con toda su alma: rindió primero el albedrío y luego como derivación ineludible hizo entrega de su hermosura. La cosa no podía ser más grave.
Y los dos novios, puestos ya en la pendiente del apasionamiento, arrullábanse con la música de sus palabras, con la exuberancia verbosa propia de la tierra. Rafael, agarrado a los hierros, temblaba emocionado al hablar a María de la Luz, como si sus palabras no fuesen suyas y le turbasen con dulce embriaguez.
Y con mano febril, por donde se podía adivinar el grado de apasionamiento a que el brigadier había llegado, sacó del bolsillo una cartera y de la cartera un retrato de mujer, que puso delante de los ojos a su hijo. Mírala, ¿te gusta? Miguel la echó una rápida mirada por complacer a su padre y bajó la cabeza en señal afirmativa. Vamos dijo el brigadier en voz baja y temblorosa, dala un beso.
Le rodean hermosas mujeres; pero si siente subir a lo largo del espinazo el alegre cosquilleo de la juventud, la savia de la primavera de la vida, la predisposición genésica de una familia que sólo fue notable y alcanzó victorias en las luchas de amor, ha de permanecer frío y austero ante la mirada vigilante de su madre, que sabe que el apasionamiento carnal puede acabar rápidamente con una vida débil y macilenta.
Palabra del Dia
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