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Actualizado: 12 de junio de 2025
Al pronto no distinguió nada; pero apartándose un poco hacia atrás, volvió a mirar, y entonces vio una ceja; luego se quitó la ceja, y en su lugar aparecieron los labios de don Juan, cuya voz entraba por aquel estrecho conducto casi silbando, y decía: ¿Estás ahí, vida mía? Sí. ¿Quieres que hablemos por aquí? Bueno; ¡pero me da una risa!...
Al poco tiempo, aparecieron varios hombres; sin duda, ninguno quería acercarse y llevaban la idea de rodear a los fugitivos y de cogerlos entre dos fuegos. Cuatro hombres fueron a campo traviesa por entre maizales, por un lado de la carretera, mientras otros cuatro avanzaban por otro lado, entre manzanos. Si Bautista no viene pronto con gente, creo que nos vamos a ver apurados exclamó Martín.
De pronto, el cielo pareció escuchar aquella demanda, ciertamente justa, porque dos velas aparecieron a lo lejos; las dos cortaban el viento corriendo la una cerca de la otra, de modo que la embarcación del gitano debía encontrarse encerrada entre las dos o bien arrojarse a la costa; ¡y cuál no fue la alegría pública cuando reconocieron a dos escampavías del Gobierno que izaron el pabellón español, asegurándole con un cañonazo!
En lo que no hay duda es en que las comedias de esta especie, que aparecieron en número considerable desde la segunda mitad del siglo XVII, se distinguen por su superficialidad y por su falta de gusto entre todas las españolas, aunque hayan sido celebradas por cuantos adolecen de iguales defectos.
Tres estudiantes aparecieron a alguna distancia. Krilov los miró con ojos espantados y se alejó a toda prisa. En cuanto llegó, en su carrera, a cierta callejuela angosta y tortuosa, se detuvo. ¿Iba a huir de todos los estudiantes de la ciudad? Además, sus perseguidores sólo eran dos. Volvió sobre sus pasos y no tardó en encontrarse de nuevo en la avenida.
En el escritorio y en el almacén aparecieron los primeros mecheros de gas hacia el año 49, y el famoso velón de cuatro luces recibió tan tremenda bofetada de la dura mano del progreso, que no se le volvió a ver más por ninguna parte.
Al practicar esta operacion aparecieron los chapiteles de un grande edificio soterrado, y el rey, que era hombre entendido y emprendedor, mandó que inmediatamente se desmontára todo el terreno que le cubria.
Pocos minutos después estaba en la calle, con su lío al brazo, en compañía de Bolina y Tremontorio. Los tres iban cabizbajos, taciturnos y caminando con repugnancia. Casi al mismo tiempo que ellos en la calle, aparecieron en sus respectivos balcones la mujer de Bolina, rodeada de sus nietos, y la del pobre Tuerto, sola, desgreñada y dando alaridos de desconsuelo.
El cocinero abrió con mano trémula el cofre. Apareció primero un paño de seda azul. Levantado aquel paño aparecieron algunos papeles. Levantados aquellos papeles, quedaron largos rollos empapelados. Sacado un rollo y abierto, se vió que le formaban relucientes doblones de á ocho. Contados los doblones resultó que el rollo contenía cincuenta. Contados los rollos, eran cuarenta.
Veinte buques mercantes y algunos navíos de guerra españoles e ingleses estrelláronse aquel día contra la costa de Poniente; y en el placer de Rota, la Puntilla y las rocas donde se cimenta el castillo de Santa Catalina aparecieron luego muchos cadáveres y los despojos de los cascos rotos y de las jarcias y árboles deshechos.
Palabra del Dia
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