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Actualizado: 7 de julio de 2025
Por los ojos de la señorita pasó un relámpago de cólera que se apagó al instante; pero le dijo en tono un poco irritado: ¿Estamos en eso?... Obedece y no seas terca. La doncella, dominada y convencida de que ayudaba a una obra de piedad, obedeció, descargando las disciplinas harto suavemente sobre las desnudas espaldas de la señorita.
Se apagó tremulante la voz del solariego; Salvador, inmutado por la gravedad de aquella revelación que tal vez esperaba, se atrevió a decir, después de meditar: Si usted la reconoce.... Otra vez se alzó, como en sollozo contenido, la voz temblorosa.
El terrible Piscis se destacó acto continuo, trepó por la esquina de la pared y con su bastón lo apagó al instante, rompiendo, por supuesto, el tubo. Un bulto de mujer apareció en el corredor. Pablito se cogió de un salto a las rejas. Luego escaló por ellas y montándose en la baranda, se introdujo sin hacer ruido en él.
En cuanto apago la luz quedo como un leño, y si alguna vez, por casualidad, despierto, al día siguiente no me acuerdo de lo que estuve pensando. Ya sabes que no soy tan poética como tú... Apunta ese diez y siete que acaba de salir... Creo que para querer bien no es necesario tener esas ideas románticas. Pues yo creo que sí. Pues yo creo que no. Vaya, no riñamos y mírame un poco.
El cura se levantó, fué otra vez á la alacena y sacó de ella una copa extraordinariamente sucia. Después de haberla mirado al trasluz, fué á lavarla á la jofaina con el mayor sosiego. Octavio bebió una copa del vino de misa mayor, y, en efecto, no le apagó la sed: La impaciencia y la rabia ayudaban también á abrasarle las entrañas. Pues, como iba diciendo, tiene usted razón, señorito.
Cerró la puerta, apagó la luz y se bajó a su casa, sentándose poco después a la mesa con la tranquilidad que otras veces. Pero apenas se habían sentado llegaron las criadas de Carlota con la noticia de la desaparición del niño. Alarmose la casa vivamente. D.ª Carolina corrió desalada a la de su hija. D. Pantaleón se vio precisado a acompañarla.
La voz se apagó instantáneamente, pero los tres jóvenes estaban ya de pie y se habían dirigido instintivamente á la salida con las manos puestas en las espadas. Juraría dijo Juan Montiño saliendo y precipitándose por las escaleras que esa era la voz de mi tío. ¡De vuestro tío! Sí; abrid, abrid la puerta gritó Montiño al hostelero. ¿Y quién es vuestro tío? dijo el alférez, que le seguía.
Como Paz era buena, el tesoro de cariño que halló en su casa la hizo olvidarse pronto del colegio, y aquella afición mongil se apagó como con la mano. La libertad de acción, el sano orgullo de mandar en su casa como dueña y, sobre todo, el habilidoso amor de padre, ahogaron a tiempo el piadoso secuestro que pudo haber sobrevenido.
La señora de Maurescamp, en extremo admirada de aquel doble descubrimiento, dejó caer la bujía, que se apagó; después de algunos segundos de inmóvil estupor, dejose caer sobre un diván que tenía cerca y cubriéndose el rostro con las dos manos, púsose a sollozar.
Antes de retirarse Ingomar me trajo una de las pieles de oso, y echándola sobre una especie de ataúd que estaba en un rincón, aseguró que me abrigaría cómodamente y se despidió, deseándome un feliz sueño. Me estaba todavía desnudando, cuando la luz se apagó a la mitad de esta operación; me acurruqué bajo la piel de oso y traté de acomodarme lo mejor posible para conciliar pronto el sueño.
Palabra del Dia
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