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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Y cuando sonó la hora, esa hora misteriosa del cuadrante de la eternidad, otro ilustre moribundo, el general Serrano, anunció en Madrid, a cuantos rodeaban su lecho: ¡El rey acaba de morir en el palacio de El Pardo!
Brindo a la salud de los novios antes de volver al convento dijo fray Gabriel. Y después de apurada la copa, se escurrió, sin que nadie, excepto la tía María, hubiese echado de ver su presencia ni notado su ausencia. La reunión se animaba por grados. ¡Bomba! gritó el sacristán, que era bajito, encogido y cojo. Calló todo el mundo al anuncio del brindis de aquel personaje.
Esto no pasa de ser una broma, pero es una broma de un gusto enteramente parisiense. Pasan de quince ó veinte lienzos de pared en que hemos divisado, á una altura de quinto ó sexto piso, el anuncio de la Ville de Paris, calle de Montmartre, núm. 74. Es seguro que en tales avisos ha empleado un capital considerable.
Torrebianca sólo la encontraba defectos cuando vivía lejos de ella. Al volverla á ver, un sentimiento de admiración le dominaba inmediatamente, haciéndole aceptar todo lo que ella exigiese. Saludó Elena con una sonrisa, y él sonrió igualmente. Luego puso ella los brazos en sus hombros y le besó, hablándole con un ceceo de niña, que era para su marido el anuncio de alguna nueva petición.
Pero creyó escuchar de nuevo el ay tristísimo. ¿Serían los perros? Asomóse a la ventana: la luna bogaba en un cielo nebuloso, y allá a lo lejos se oía el aullar de un perro, ese aullar lúgubre que los aldeanos llaman ventar la muerte y juzgan anuncio seguro del próximo fallecimiento de una persona. Julián cerró la ventana estremeciéndose.
Sus ojeras eran más obscuras y extensas que de ordinario; había adelgazado mucho; la palidez de su rostro hubiera inspirado miedo, si su rostro no hubiera sido tan hermoso; su distracción y su embebecimiento parecían á veces más propios de un ser del otro mundo que de una criatura de éste, y en su andar vacilante y en el brillo momentáneo de sus ojos, seguido siempre del prolongado adormecimiento de tan divinas luces, había como un mal agüero, como un anuncio fatídico, que no pudo menos de perturbar la férrea conciencia de Doña Blanca, de doblegar bastante su inflexibilidad, y de aterrarla por último.
12 Tornaos a la fortaleza, oh presos de esperanza; hoy también os anuncio que os daré doblado. 14 Y el SE
Francamente, no puedo hacerme a estas costumbres nuevas... Escribir a un periódico... Poner un anuncio... ¡Y qué anuncio!... Gracias, abuela, gracias de todos modos exclamé con transporte. No hay de qué respondió la abuela. Pasa por el mundo entero una especie de viento de locura... No me habléis más de todo esto concluyó volviéndonos la espalda.
Muy entretenida se hallaba entonces leyendo la vida de Santo Domingo, porque a causa de la función de iglesia no había leído aquel día muy de mañana el Año cristiano, como tenía de costumbre, cuando entró Serafina a anunciar que don Paco llegaba a visitarla. Don Paco tenía entrada franca en aquella casa; pero Serafina le anunció para tener prevenida a su ama.
El compañero masculino me pareció ser un bulto que se hallaba envuelto en una ancha capa á algunos pasos de la diligencia, paseándose con abandono como si solo quisiese desentumir sus músculos un poco. El mayoral anunció la partida, y el bulto se apresuró á entrar á su rincón, sentándose á mi derecha.
Palabra del Dia
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