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Actualizado: 22 de junio de 2025
Caían algunos maravedís en nuestras heladas manos, y para el pan sacamos la primera noche; pero la segunda, los mendigos de oficio que allí acudan, y que la noche anterior de nosotras se habían apercibido, nos echaron, llenándonos de improperios, diciéndonos que les hacíamos perjuicio, y que como éramos pobres nuevos, si habíamos de seguir pidiendo, habíamos de ganarlo, y no había de ser esto menos que repelándonos contra toda aquella falanje de ciegos, cojos, mancos, tullidos y muchachuelas de mal vivir; y no nos lo decían esto de buena manera, sino rodeándonos y empujándonos, y poniéndonos los puños a dos dedos de la cara, y amenazándonos con garrotes y vihuelas, y gritando y chillando y aullando todos y todas a una, ni más ni menos que si hubiesen sido una legión de demonios voraces, contra nosotras conjurados.
El día anterior habían excusado su pago en el Banco por falta de aviso. Luego declararon que tenían el aviso, pero tampoco le dieron el dinero.
Había yo llegado el día anterior con Raleigh-Stirling, el famoso sportman escocés, que se dedica á la pesca del salmón y al que había encontrado en el lago salado capturando monstruos. Se vino conmigo, dispuesto á seguir su pesca en Sacramento, y yo me entretuve en cazar en el Canadá, donde maté algunos bisontes.
En realidad sólo podía ser vista por dos de los cuatro policías de la Presa que había colocado don Roque cerca de la casa, para evitar que se reuniesen grupos, como el día anterior. La gente parecía haber olvidado por el momento la antigua vivienda de Pirovani. Nadie se detenía ante ella y resultaba inútil la precaución del comisario.
A las cuatro de la mañana de este, despues de haber andado 10 leguas en la noche anterior, me dió aviso dicho Guajardo, que marchase prontamente, por estar ya inmediato una toldería, que era preciso avanzar antes de amanecer.
Aquella noche hubo rancho extraordinario para los soldados, y en el campamento reinó la mayor alegría. Al día siguiente el capitán Perdomo con la modestia que le caracteriza, pasaba al Cuartel General un telegrama dando cuenta del encuentro del día anterior; pero restándole importancia, solo exponiendo el valor de sus soldados y la satisfacción que dá el deber cumplido. Teniente Arsenio Ortiz.
Habían llegado a la rampa de Very y, como la cuesta era muy ruda, Simón bajó para aligerar un poco al caballo, precisamente cuando el inspector general meditaba sobre la manera de abordar la cuestión tratada el día anterior en Rosalinda. Francisco se quedó solo en el carruaje atormentado por sus tristes pensamientos, pues había también neblina en su corazón.
El monte cerrado por el agua, las tardes rápidas y tristísimas; apenas salíamos de casa, mientras la desolación del campo, en un temporal sin tregua, había ensombrecido al exceso el espíritu de mamá. Con esto, los perros rabiosos. Una mañana el peón nos dijo que por su casa había andado uno la noche anterior, y que había mordido al suyo.
Se machaca el pan y los ajos y unos pocos cominos; se deslíe esta pasta con un poco de aceite y caldo de espárragos; mézclese todo y cuézase a fuego lento, sirviéndose en la misma cacerola. LECHUGA. Bien limpia y picada la lechuga se sazona de sal y se pone en una ensaladera, y se sirve con aceite y vinagre. ESCAROLA. Partida y preparada exactamente igual que la anterior, se sirve lo mismo.
Aquella misma noche en que acontecieron al sobrino de su tío las extraordinarias aventuras que dejamos relatadas en el capítulo anterior, y cabalmente en los momentos en que el joven sostenía su extraño diálogo con la dama encubierta, doña Juana de Velasco estaba sentada en un ancho sillón forrado de terciopelo, al lado de una mesa, leyendo á la luz de los dobles mecheros de un enorme velón de plata, un no menos enorme libro á dos columnas, mal impreso y cuyo papel era fuertemente moreno.
Palabra del Dia
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