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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Hace mucho tiempo que no como achicoria. Pues bien, esta noche comerás... Toma, tenme la ensaladera... Paulina comenzó a cortar la achicoria, y Juan se inclinaba para recibir las hojas en la gran ensaladera. El cura los miraba hacer. En ese momento se oyó un ruido de cascabeles. Se acercaba un carruaje que sonaba demasiado.

Miss Percival tenía el mismo acento de su hermana, los mismos grandes ojos negros, risueños y alegres, y los mismos cabellos, no rojos, sino rubios, con reflejos dorados en los que jugaba con delicadeza la luz del sol. Saludó a Juan con una graciosa sonrisa, y éste, después de entregar a Paulina la ensaladera de achicoria, se fue a buscar las dos carteras.

Halla allí los más mínimos detalles de su primer encuentro; el retrato de Juan en el jardín del presbiterio con su sombrero de paja y la ensaladera de loza... y después el señor Juan, y siempre el señor Juan. Descubre que lo ama desde mucho antes que lo pensaba. Estamos, pues, a 10 de agosto. Acaba de concluirse el almuerzo en el castillo. Harry y Bella están impacientes.

Hubiera tardado un siglo, y de fijo nos trae una jofaina en vez de una ensaladera... Yo fui volando, mientras la Patros se quedaba en la cocina... que lo entiende, crea usted que lo entiende tanto como yo, o más... En fin, que me encontré al vejestorio de D. Carlos. Pero si para ir de la calle de la Greda a Espoz y Mina no tenías que pasar por San Sebastián, mujer.

Porque Nicolás Rubín no podía dormir si no le ponían delante a punto de las once una ensalada de lechuga o escarola, según el tiempo, bien aliñada, bien meneada, con el indispensable ajito frotado en la ensaladera, y la golosina del apio en su tiempo.

Y cuando yo estaba clavado por la gota en mi sillón, ella hacía las visitas sola, tan bien o mejor que yo. Paulina vino a interrumpir esta conversación apareciendo con una inmensa ensaladera de loza, sobre la cual campeaban, violentas y chillonas, grandes flores rojas. Aquí vengo a buscar la ensalada. Juan, ¿quieres lechuga o achicoria? Achicoria respondió Juan alegremente.

Las viajeras descendieron, deteniendo sus miradas, no sin cierto asombro, en el joven oficial que se encontraba allí algo confuso con su sombrero de paja en la mano derecha y en la izquierda la gran ensaladera rebosando de achicoria. Luego, designando a su compañera de viaje: Miss Bettina Percival, mi hermana: lo habríais adivinado, creo. Nos parecemos mucho, ¿no es verdad? ¡Ah!

ROSQUILLAS DE ALMAGRO. Por cada huevo medio cascarón de aceite, y para cada dos huevos el zumo de un limón regular. Puesto todo en una ensaladera, se incorpora una cantidad regular de harina, se trabaja primero con una cuchara, y después con la mano bien enharinada para que no se pegue en la misma. Ha de estar la pasta bastante blanda.

Su mente, fecunda para el embuste, y su memoria felicísima para ordenar las mentiras que antes había dicho y hacerlas valer en apoyo de la mentira nueva, la sacaron del apuro. «¿Pero no dije a usted que cuando ya habían puesto la mesa, faltaba una ensaladera, y tuve que ir a comprarla de prisa y corriendo a la plaza del Ángel, esquina a Espoz y Mina?

Se machaca el pan y los ajos y unos pocos cominos; se deslíe esta pasta con un poco de aceite y caldo de espárragos; mézclese todo y cuézase a fuego lento, sirviéndose en la misma cacerola. LECHUGA. Bien limpia y picada la lechuga se sazona de sal y se pone en una ensaladera, y se sirve con aceite y vinagre. ESCAROLA. Partida y preparada exactamente igual que la anterior, se sirve lo mismo.

Palabra del Dia

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