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Actualizado: 16 de junio de 2025


Allí adoptábamos actitudes de Robinsón: los sauces, que nacían en el lodo, alrededor del banco de arena, eran nuestro bosque; los grupos de juncos eran para nosotros inmensos prados; teníamos también grandes montes, pequeñas dunas amontonadas por el aire en el centro del islote, y en ellas construíamos nuestros palacios con pequeñitas ramas caídas, practicando agujeros en la arena.

Tenían estas carnes la densidad de las cosas inanimadas: una dureza de piedra. Daban la sensación a la vista y al tacto de enormes mazas prehistóricas, con las cuales se podía hendir el cráneo de un elefante. La sala del pescado es un paisaje polar. Rocas de hielo amontonadas, y en el interior de estas masas de cristal turbio están los peces de mil formas.

Después llegaron á una puerta sobre la que se leía: Oficina auxiliar de las subsistencias. Aquí es, dijo el vigilante. En una pequeña pieza amueblada con una mesa y dos bancos, Jacobo de Freneuse estaba copiando en un registro unas notas amontonadas delante de él. Levantó la cabeza y se sonrojó, al ver á su amigo, pero permaneció en su sitio, pluma en mano, esperando la orden del vigilante.

La procesión se organizaba; San Julián había descendido del altar mayor; la cruz y los estandartes oscilaban sobre el remolino de gentes amontonadas ya en la estrecha nave, y los mozos, vestidos de fiesta, con su pañuelo de seda en la cabeza en forma de burelete, se ofrecían a llevar las insignias sacras.

Vacas y mulas muertas, en compañía de buen lote de animales salvajes ahogados, fusilados o con una flecha plantada aún en el vientre. Altos conos de hormigas amontonadas sobre un raigón. Algún tigre, tal vez; camalotes y espuma a discreción, sin contar, claro está, las víboras. Candiyú esquivó, derivó, tropezó y volcó muchas veces más de las necesarias para llegar a la presa.

Al ver el monumento de que hablo, sentimos lo que cuando hallamos muchas huellas como amontonadas y confundidas. El rastro confundido no es un rastro; pero la mente lo adivina. El pensamiento tiene tambien sus goces, y aquella adivinacion es el primero de los goces intelectuales.

¿Y dónde habéis hallado todas esas lindas cosas que ahí tenéis? preguntó Tristán, señalando las riquezas amontonadas del arquero.

Las olas, amontonadas en torbellinos, pasaban silbando; las piedras del cauce, empujadas por las aguas, cambiaban lentamente de puesto como monstruos despertados de su sueño y chocaban entre produciendo un sordo ruido; árboles arrancados de raíz, se levantaban fuera del agua y se sumergían pesadamente rompiéndose las ramas contra las piedras arrastradas; las orillas temblaban sin cesar por los choques de los enormes proyectiles que el agua furiosa lanzaba contra ellas.

6 Cuando se prendiere fuego, y al quemar espinas quemare mieses amontonadas o en pie, o campo, el que encendió el fuego pagará lo quemado. 7 Cuando alguno diere a su prójimo plata o alhajas a guardar, y fuere hurtado de la casa de aquel hombre, si el ladrón se hallare, pagará el doble.

Era una escena extraña ver al hombre de iglesia protestando en nombre del buen sentido; pretendiendo luchar contra las preocupaciones amontonadas por varios siglos de fanatismo. Puesto que ustedes lo quieren, sea dijo por fin. Saquen el santo y que Dios se apiade de nosotros. Una aclamación inmensa de la muchedumbre, que llenaba la plaza de la iglesia, saludó la noticia.

Palabra del Dia

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